jueves, 28 de junio de 2007

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Ahora es preciso que sacudas tu pereza -me dijo el Maestro- que no se alcanza la fama reclinando en blanda pluma, ni el abrigo de colchas; y el que sin gloria consume su vida, deja en pos de sí el mismo vestigio que el humo en el aire o la espuma en el agua.
Pues levántate: domina la fatiga con el alma, que vence todos los obstáculos mientras no se envilece con la pesadez del cuerpo. Tenemos que subir todavía una escala mucho más larga, pues no basta haber atravesado por entre los espíritus infernales.


La divina comedia.

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