lunes, 15 de marzo de 2010

J.C.







Lo sé muy bien, soy de una timidez
enfermiza, estar en el mundo me es
hierro, me es guijarro. Hasta el
agua, casi siempre mi aliada, resbala seca y
hostil contra estos labios
que la quisieran almendra
y encaje; al atardecer, bajo la luz
ambigua que todavía me permite
errar por la ciudad, el perfil de las
nubes, ese perfil suavísimo,lacera
brutalmente mi piel y me obliga a
huir gritando, a refugiarme bajo los
portales. Me aconsejan que viaje en subterráneo
para mayor seguridad, o que me compre un sombrero de alas
flotantes. De nada valen que me hablen con el tono que
suscitan los niños, yo miro hacia lo lejos donde sin embargo hay
una golondrina esperando para afilar sus tijeras en mi cuello. Los
consejeros municipales han llegado a votar créditos para mi
protección, la gente se preocupa por mí.
Gracias, señoras y señores, me gustaría retribuir tanta gentileza
con ternura y civilidad; desgraciadamente ustedes estarán siempre
allí y eso es acantilado a pique, máquina para moler la sombra,
insoportable exageración de una bondad armada de garras de coral.
Cada vez me parece más penoso complicar la existencia ajena, pero
no queda ninguna isla desierta, ninguna arboleda de mala fama, ni
siquiera un corralito para encerrarme en él y, desde allí, mirar a los
demás bajo la luz de la alianza. ¿Tengo yo la culpa, oh tierra poblada
de espinas, de ser un unicornio?

martes, 9 de marzo de 2010

T.S.E.











Así que estoy, por el camino de en medio, habiendo pasado veinte años,
veinte años casi desperdiciados, los años de l´entre deux guerres:
tratando de aprender a usar palabras, y cada intento es un arranque completamente nuevo, y un diferente tipo de fracaso
porque uno ha aprendido sólo a prevalecer sobre las palabras
para aquello que uno ya no tiene que decir, o el modo como uno ya no está dispuesto a decirlo. Y así cada intento
es un nuevo comienzo una incursión en lo inarticulado con un desastrado equipo siempre deteriorándose
en la confusión general de la imprecisión del sentimiento, indisciplinadas escuadras de emoción. Y lo que hay que vencer
por fuerza o sumisión, ya se ha descubierto
una vez o dos, o varias veces, por hombres que uno no pude esperar
emular, pero no hay competición
sólo hay lucha por recobrar lo que se ha perdido
y encontrado y vuelto a perder: y ahora, en condiciones
que no parecen propicias. Pero quizá no hay ganancia no pérdida.
Para nosotros, sólo está el intentar. Lo demás no es asunto nuestro.

Nuestra casa es desde donde arranca. Al envejecer el mundo se nos vuelve más extraño, más complicada la ordenación
de lo muerto y lo vivo. No el intenso momento
aislado, sin antes ni después,
sino toda una vida ardiendo en cada momento
y no toda la vida de un hombre solamente
sino de vieja piedras que no se pueden descifrar.
Hay un tiempo para anochecer bajo la luz de las estrellas,
un tiempo para el anochecer a la luz de la lámpara
(el anochecer con el álbum de fotos).
El amor es más aproximadamente el mismo
cuando dejan de importar el aquí y el ahora.
Los viejos deberían ser exploradores
aquí o allí no importa
debemos estar quietos y seguir moviéndonos
entrando a otra intensidad
para una mayor unión, una comunión más honda
a través del oscuro frío y la vacía desolación,
el clamor de la ola, el clamor del viento, las vastas aguas del petrel y la marsopa. En mi fin está mi comienzo.

martes, 2 de marzo de 2010

S.B.




al llegar la noche en que el alma
iba a serle reclamada
he aquí que al no aguantarse
la entregó una hora antes

escúchalas
sumarse
las palabras
a las palabras
sin palabra
los pasos
a los pasos
uno a
uno

imagina si esto
si un día esto
un día feliz
imagina
si un día
un día feliz esto
se acabara
imagina

las ganas cada día
de estar vivo un día más
claro que no sin el pesar
de haber nacido un día

noche que tanto haces
que imploremos el alba
por favor noche
cae

sábado un respiro
no reír más
desde la medianoche
hasta la medianoche
no llorar

silencio como el que existió
antes ya nunca más existirá
por el murmullo desgarrado
de una palabra sin pasado
por haber dicho demasiado no pudiendo más
jurando no volver a callar

viejo ir
viejas paradas
ir
ausente
ausente
detenerse