miércoles, 24 de diciembre de 2008

R.J.





Detener la palabra
un segundo antes del labio,
un segundo antes de la voracidad compartida,
un segundo antes del corazón del otro,
para que haya por lo menos un pájaro
que puede prescindir de todo nido.

El destino es de aire.
Las brújulas señalan uno solo de sus hilos,
pero la ausencia necesita otros
para que las cosas sean
su destino de aire.

La palabra es el único pájaro
que puede ser igual a su ausencia.

martes, 23 de diciembre de 2008

P.E.




Adiós tristeza.
Buenos días tristeza.
Estás inscrita en las líneas del techo.
Estás inscrita en los ojos que amo.
Tú no eres exactamente la miseria, pues los más pobres labios te denuncian
por una sonrisa.
Buenos días tristeza.
Amor de los cuerpos amables,
potencia del amor ,cuya amabilidad surge
como un monstruo incorpóreo.
Cabeza sin punta,
tristeza bello rostro.



.




Hombre que te miras en las aguas para ver quién sos
mirame si quieres verte.

lunes, 15 de diciembre de 2008

J.C.


Talita se corrió un poco en la cama y se apoyó contra Traveler. Sabía que estaba otra vez de su lado, que no se había ahogado, que él la estaba sosteniendo a flor de agua y que en el fondo era una lástima, una maravillosa lástima. Los dos lo sintieron en el mismo instante, y resbalaron el uno hacia el otro como para caer en ellos mismos, en la tierra común donde las palabras y las caricias y las bocas los envolvían como la circunferencia al círculo, esas metáforas tranquilizadoras, esa vieja tristeza satisfecha de volver a ser el de siempre, de continuar, de mantenerse a flote contra viento y marea, contra el llamado y la caída.


jueves, 4 de diciembre de 2008

P.C.

Habla también tú
sé el último en hablar,
di tu decir.

Habla-
Pero no separes el No del Sí.
Y da a tu decir sentido:
dale sombra.

Dale sombra bastante,
dale tanta
cuanta en torno de ti tú sabes extendida entre
medianoche y mediodía y medianoche.

Mira en torno:
ve cómo alrededor todo se hace viviente
¡En la muerte! ¡Viviente!
Dice la verdad quien dice sombra.

Pero se estrecha ahora el lugar donde estás:
¿Adónde ahora, despojado de sombra, adónde?
Asciende. Tanteante, asciende.
Te haces más sutil, más irreconocible, más fino.

Más fino: un hilo
por el que quiere descender la estrella
para abajo nadar, al fondo,
donde se ve brillar: sobre móviles dunas
de palabras errantes.



martes, 2 de diciembre de 2008

A.P.
























FRONTERAS INÚTILES


un lugar
no digo un espacio
hablo de qué
hablo de lo que no es
hablo de lo que conozco
no el tiempo
sólo todos los instantes
no el amor
no

no
un lugar de ausencia
un hilo de miserable unión.

J.G





LÍMITES







¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí la sed,
hasta aquí el agua?
¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí el aire,
hasta aquí el fuego?
¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí el amor,
hasta aquí el odio?
¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí el hombre,
hasta aquí no?
Sólo la esperanza tiene las rodillas nítidas.
Sangran.

sábado, 29 de noviembre de 2008

H.

Lo que no es, no es.

domingo, 16 de noviembre de 2008

P.V.






Y yo seré el premio de este enigma. Me daré a conocer a aquellos que acierten en la charada universo y que desprecien lo suficiente estos órganos y estos medios que yo he inventado para sacar conclusiones contra su evidencia y contra su claro pensamiento.





S.B.


Vienen
otras y las mismas
con cada una es diferente y lo mismo
con cada una la ausencia de amor es diferente
con cada una la ausencia de amor es la misma





S.B.





Una voz alcanza a alguien en la oscuridad. Imaginar.

Una voz alcanza a alguien de espaldas en la oscuridad. La espalda para no nombrarlo sino a él el ya mencionado y la manera en que cambia la oscuridad cuando él abre los ojos y también cuando los cierra. Sólo puede verificarse una mínima parte de lo que se dice. Como por ejemplo cuando él escucha, Tú estás de espaldas en la oscuridad. En éste caso él no puede sino admitir lo que se dice. Pero de lejos la mayor parte de lo que se dice no puede verificarse. Como por ejemplo cuando escucha, Tú naciste tal y tal día. A veces sucede que las dos se combinan como por ejemplo, Tú naciste tal y tal día y ahora estás de espaldas en la oscuridad. Truco que tal vez intenta hacer repercutir sobre la irrefutabilidad de la otra. Esa es entonces la proposición. A alguien de espaldas en la oscuridad una voz desmenuza un pasado. Cuestión también por momentos de un presente y rara vez de un futuro. Como por ejemplo, Tú acabarás tal como eres. En otra oscuridad o en la misma otra. Imaginando todo para acompañarse. Silencio de inmediato.

El empleo de la segunda persona es obra de la voz. El de la tercera la del otro. Si él pudiera hablar a quien y de quien habla la voz habría una tercera. Pero él no puede. Él no lo hará. Tú no puedes. Tú no lo harás.

Aparte de la voz y del débil rumor de su respiración ningún ruido. Por lo menos que él pueda escuchar. El débil rumor de su respiración se lo dice.

Aunque ahora menos que nunca interesado en las preguntas él no puede a veces sino preguntarse si es a él y de él que habla la voz. ¿No habría sorprendido una comunicación destinada a otro? Si está sólo de espaldas en la oscuridad ¿por qué la voz no lo dice? ¿Por qué no dice nunca por ejemplo, Tú naciste tal y tal día y ahora estás sólo de espaldas en la oscuridad? ¿Por qué? Tal vez con el único fin de provocar en su interior ese vago sentimiento de incertidumbre y malestar.

Tu ánimo siempre poco activo lo es ahora más que nunca. Ese es el tipo de afirmación que él admite de buen grado. Tú naciste tal y tal día y tu ánimo siempre poco activo lo es ahora menos que nunca. Es necesaria sin embargo como ayuda para la compañía una cierta actividad de espíritu por débil que sea. Es por lo que la voz no dice, Tú estás de espaldas en la oscuridad y tu espíritu no tiene ninguna actividad de ninguna clase. La voz por sí sola acompaña pero insuficientemente. Su efecto sobre el auditor es un complemento necesario. No fuera sino bajo la forma del vago sentimiento de incertidumbre y malestar antes mencionado. Pero incluso puesta aparte la cuestión de la compañía es evidente que un efecto así se impone. Porque si él sólo debiera escuchar la voz y ésta no tuviera más efecto sobre él que una palabra en bantú o en erso ¿no haría mejor en callarse? A menos que ella se proponga en tanto que ruido en estado puro torturar a un ansioso de silencio. O evidentemente como antes se había conjeturado que ella no estuviera destinada a otro.


(...)






J.L.B.




Al triste


Ahí está lo que fue: la terca espada
del sajón y su métrica de hierro,
los mares y las islas del destierro
del hijo de Laertes, la dorada
luna del persa y los sin fin jardines
de la filosofía y de la historia,
el oro sepulcral de la memoria
y en la sombra el olor de los jazmines.
Y nada de eso importa. El resignado
ejercicio del verso no te salva
ni las aguas del sueño ni la estrella
que en la arrasada noche olvida el alba.
Una sola mujer es tu cuidado,
igual a las demás, pero que es ella.

sábado, 8 de noviembre de 2008

.

Yo era el rey de este lugar.


domingo, 2 de noviembre de 2008

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No esperes.
No esperes.
No esperes.
No esperes.
No esperes.
No esperes.
No esperes.
No esperes.
No esperes.
No esperes.
No esperes.
No esperes.
No esperes.
No esperes.
No esperes.
No esperes.
No esperes.
No esperes.
No esperes.
No esperes.
No esperes.
No esperes.
No esperes.
No esperes.
No esperes.
No esperes.
No esperes.
No esperes.
No esperes.
No esperes.
No esperes.
No esperes.
No esperes.
No esperes.
No esperes.
No esperes.
No esperes.
No esperes.
No esperes.
No esperes.
No esperes.
No esperes.
No esperes.
No esperes.
No esperes.
No esperes.
No esperes.
No esperes.
No esperes.
No esperes.
No esperes.
No esperes.
No esperes.

No esperes.

No esperes.

No esperes.


Nada existe.



sábado, 1 de noviembre de 2008

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El verdadero amor se ahogó en la sopa.

.








Se ríe el niño dormido.
Quizás se sienta gorrión esta vez.

lunes, 27 de octubre de 2008

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¿ Esta es la vida real ?















viernes, 24 de octubre de 2008

J.K.





Oda a un ruiseñor



Me duele el corazón y un pesado letargo
aflige a mis sentidos, tal si hubiera bebido
cicuta o apurado un opiato hace sólo
un instante y me hubiera sumido en el Leteo
(…)


¡Oh, si un trago de vino largo tiempo enfriado
en las profundas cuevas de la tierra
que supiera a Flora y a la verde campiña,
(..) si pudiera beber
y abandonar el mundo inadvertido
y junto a ti perderme por el oscuro bosque!

Perderme a lo lejos, deshacerme, olvidar
que entre las hojas tú nunca has conocido
la inquietud, el cansancio y la fiebre
aquí, donde los hombres tan sólo se lamentan
y tiemblan de parálisis postreras, tristes canas,
donde crecen los jóvenes como espectros y mueren,
donde aun el pensamiento se llena de tristeza
y de desesperanzas, donde ni la Belleza
puede salvaguardar sus luminosos ojos
por los que el nuevo amor perece sin mañana.

¡Lejos! ¡Muy lejos! He de volar hacia ti.
No me conducirán leopardos de Baco
sino unas invisibles y poéticas alas;
aunque torpe y confusa se retrase mi mente:
¡ya estoy contigo! Suave es la noche
y tal vez en su trono aparezca la luna
circundada de mágicas estrellas.
Pero aquí no hay luz, salvo la que acompaña
desde el cielo el soplo de la brisa cruzando
el oscuro verdor y veredas de musgo.

(..)
A oscuras escucho. Y en más de una ocasión
he amado el alivio que depara la muerte
invocándola con ternura en versos meditados
para que disipara en el aire mi aliento.
Ahora más que nunca morir parece dulce,
dejar de existir sin pena a medianoche
¡mientras se te derrama afuera el alma
en semejante éxtasis! (..)

¡Adiós! Tu lastimero himno se desvanece
al pasar por los prados vecinos, el tranquilo
arroyo y la colina; ahora es enterrado
en los calveros del cercano valle.
¿He soñado despierto o ha sido una visión?
Ha volado la música. ¿Estoy despierto o duermo?




J.M.



Mi vuelo sólo puede llevarme al Infierno; soy el Infierno.





miércoles, 22 de octubre de 2008

P.N.









En la noche del corazón
la gota de tu nombre lento
en silencio circula y cae
y rompe y desarrolla su agua.

Algo quiere su leve daño
y su estima infinita y corta,
como el paso de un ser perdido
de pronto oído.

De pronto, de pronto escuchado
y repartido en el corazón
con triste insistencia y aumento
como un sueño frío de otoño.

La espesa rueda de la tierra
su llanta húmeda de olvido
hace rodar, cortando el tiempo
en mitades inaccesibles.

Sus copas duras cubren tu alma
derramada en la tierra fría
con sus pobres chispas azules
volando en la voz de la lluvia.






R.D.

La princesa está triste... ¿qué tendrá la princesa?
Los suspiros se escapan de su boca de fresa,
que ha perdido la risa, que ha perdido el color.
La princesa está pálida en su silla de oro,
está mudo el teclado de su clave de oro;
y en un vaso olvidado se desmaya una flor.

El jardín puebla el triunfo de los pavos-reales.
Parlanchina, la dueña dice cosas banales,
y, vestido de rojo, piruetea el bufón.
La princesa no ríe, la princesa no siente;
la princesa persigue por el cielo de Oriente
la libélula vaga de una vaga ilusión.

¿Piensa acaso en el príncipe del Golconsa o de China,
o en el que ha detenido su carroza argentina
para ver de sus ojos la dulzura de luz?
¿O en el rey de las Islas de las Rosas fragantes,
o en el que es soberano de los claros diamantes,
o en el dueño orgulloso de las perlas de Ormuz?

¡Ay! La pobre princesa de la boca de rosa
quiere ser golondrina, quiere ser mariposa,
tener alas ligeras, bajo el cielo volar,
ir al sol por la escala luminosa de un rayo,
saludar a los lirios con los versos de mayo,
o perderse en el viento sobre el trueno del mar.

Ya no quiere el palacio, ni la rueca de plata,
ni el halcón encantado, ni el bufón escarlata,
ni los cisnes unánimes en el lago de azur.
Y están tristes las flores por la flor de la corte;
los jazmines de Oriente, los nulumbos del Norte,
de Occidente las dalias y las rosas del Sur.

¡Pobrecita princesa de los ojos azules!
Está presa en sus oros, está presa en sus tules,
en la jaula de mármol del palacio real,
el palacio soberbio que vigilan los guardas,
que custodian cien negros con sus cien alabardas,
un lebrel que no duerme y un dragón colosal.

¡Oh quién fuera hipsipila que dejó la crisálida!
La princesa está triste. La princesa está pálida...
¡Oh visión adorada de oro, rosa y marfil!
¡Quién volara a la tierra donde un príncipe existe
La princesa está pálida. La princesa está triste...
más brillante que el alba, más hermoso que abril!

¡Calla, calla, princesa dice el hada madrina,
en caballo con alas, hacia acá se encamina,
en el cinto la espada y en la mano el azor,
el feliz caballero que te adora sin verte,
y que llega de lejos, vencedor de la Muerte ,
a encenderte los labios con su beso de amor!













miércoles, 15 de octubre de 2008

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Ah look at all the lonely people.

sábado, 11 de octubre de 2008

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Ay, ¿qué vale más?

sábado, 27 de septiembre de 2008

A.P.








La noche soy y hemos perdido. Así hablo yo, cobardes. La noche ha caído y ya se ha pensado en todo.














jueves, 25 de septiembre de 2008

P.C.




















Y la lámpara del cuarto

también tu ausencia ha sentido
porque su luz no ha querido
mi noche triste alumbrar.








viernes, 19 de septiembre de 2008

O.G.


Abandone las sombras,
las espesas paredes,
los ruidos familiares,
la amistad de los libros,
el tabaco, las plumas,
los secos cielorrasos;
para salir volando,
desesperadamente.

Abajo: en la penumbra,
las amargas cornisas,
las calles desoladas,
los faroles sonámbulos,
las muertas chimeneas,
los rumores cansados;
pero seguí volando,
desesperadamente.

Ya todo era silencio,
simuladas catástrofes,
grandes charcos de sombra,
aguaceros, relámpagos,
vagabundos islotes
de inestables riberas;
pero seguí volando,
desesperadamente..

Un resplandor desnudo,
una luz calcinante
se interpuso en mi ruta,
me fascino de muerte,
pero logre evadirme
de su letal influjo,
para seguir volando,
desesperadamente.

Todavía el destino
de mundos fenecidos,
desoriento mi vuelo
-de sideral constancia-
con sus vanas parábolas
y sus aureolas falsas;
pero seguí volando,
desesperadamente.

Me oprimía lo fluido,
la limpidez maciza,
el vacío escarchado,
la inaudible distancia,
la oquedad insonora,
el reposo asfixiante;
pero seguía volando,
desesperadamente.

Ya no existía nada,
la nada estaba ausente;
ni oscuridad, ni lumbre,
-ni unas manos celestes-
ni vida, ni destino,
ni misterio, ni muerte;
pero seguía volando,
desesperadamente.

A.P.


I

La sangre quiere sentarse.

Le han robado su razón de amor.
Ausencia desnuda.

Me deliro, me desplumo.
¿Qué diría el mundo si Dios

lo hubiera abandonado así?

II

Sin ti
el sol cae como un muerto abandonado.

Sin ti

me tomo en mis brazos

y me llevo a la vida
a mendigar fervor.

lunes, 8 de septiembre de 2008

F.K.





Amaba a una muchacha que a su vez me amaba, pero tuve que abandonarla.

¿Por qué?

No lo sé. Era como si estuviera rodeada por un círculo de hombres armados, con las lanzas en ristre apuntando hacia fuera. Cada vez que me acercaba, iba a parar a las puntas de las lanzas, acababa herido y me veía obligado a retroceder. He sufrido mucho.
¿Era la muchacha culpable de ello?
No lo creo, o más bien sé que no lo era. La comparación anterior no es del todo acertada, pues yo también estaba rodeado de hombres armados, con las lanzas en ristre apuntando hacia dentro, o sea, contra mi persona. Cuando procuraba llegar a la muchacha, primero quedaba atrapado por las lanzas de mis hombres armados y a partir de ese punto ya no avanzada. Tal vez nunca llegué hasta los hombres armados de la muchacha, y si he llegado, lo habré hecho sangrando por heridas de mis lanzas y habiendo perdido ya el conocimiento.

¿Se quedó sola la muchacha?

No, otro avanzó hasta ella, ligero y sin encontrar obstáculos. Extenuado por mis esfuerzos, lo contemplaba con indiferencia, como si fuese yo el aire por el cual acercaban sus rostros para el primer beso
.

martes, 2 de septiembre de 2008

Temas de la medianoche.







Cada una de las razones que nos devuelven al amor es la repetición de razones agotadas, agostadas. ¿Qué razón puede quedar en lo más irrazonable, en eso que siempre llamaremos corazón? ¿Qué absurdo, irrenunciable corazón orienta una vez más el gobernalle de la sangre hacia las sirtes que lo esperan entre espumas y naufragios?












corazón tempestad
corazón desmesura







domingo, 31 de agosto de 2008

M.B.

Este camino
ya nadie lo recorre
salvo el crepúsculo.








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Sobre la rama seca
un cuervo se ha posado;
tarde de otoño.








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A la intemperie,
se va infiltrando el viento
hasta mi alma.












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Todo en calma.
Penetra en las rocas
la voz de la cigarra.







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La primavera pasa;
lloran las aves
y son lágrimas los ojos de los peces.







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Aroma del ciruelo,
de repente el sol sale.
Senda del monte.











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Habiendo enfermado en el camino,
mis sueños merodean
por páramos yermos.







.






Hoy el rocío
borrará la divisa
de mi sombrero.










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Se oscurece el mar.
Las voces de los patos
son vagamente blancas.






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Bajo un mismo techo
durmieron las cortesanas,
la luna y el trébol.








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Como recuerdo,
a una amapola
deja sus alas la mariposa





.




En verano,
las montañas y el jardín
se van adentrando
hasta mi habitación









.




miércoles, 27 de agosto de 2008

J.C.





Te amo por cejas, por cabello, te dabato en corredores blanquísimos donde se juegan las fuentes de la luz,
Te discuto a cada nombre, te arranco con delicadeza de cicatriz
voy poniéndote en el pelo cenizas de relámapago y cintas que dormían en la lluvia
No quiero que tengas una forma, que seas precisamente lo que viene detrás de tu mano,
porque el agua, considera el agua, y los leones cuando se disuelven en el azúcar de la fébula,
y los gestos, esa arquitectura de la nada,
encendiendo sus lámparas a mitad del encuentro.
Todo mañana es la pizarra donde te invento y te dibujo.
pronto a borrarte, así no eres, ni tampoco con ese pelo lacio, esa sonrisa.
Busco tu suma, el borde de la copa donde el vino es también la luna y el espejo,
busco esa línea que hace temblar a un hombre en una
galería de museo.

Además te quiero, y hace tiempo y frío.

martes, 19 de agosto de 2008

L.C.

--Pues sí señor, todos sus caballos y todos sus hombres --continuó impertérrito Humpty Dumpty --me recogerían en un periquete y me volverían aquí de nuevo, ¡así no más! Pero..., esta conversación está discurriendo con excesiva rapidez: volvamos a lo penúltimo que dijimos.
--Me temo que ya no recuerdo exactamente de qué se trataba --señaló Alicia, muy cortésmente.
--En ese caso, cortemos por lo sano y a empezar de nuevo --zanjó la cuestión Humpty Dumpty-- y ahora me toca a mí escoger el tema... (--Habla como si se tratase de un juego-- pensó Alicia)... así que he aquí una pregunta para ti: ¿qué edad me dijiste que tenías?
Alicia hizo un pequeño cálculo y contestó: --Siete años y seis meses.
--¡Te equivocaste! --exclamó Humpty Dumpty, muy ufano. --¡Nunca me dijiste nada semejante!
--Pensé que lo que usted quería preguntarme era más bien «¿qué edad tiene?» -- explicó Alicia.
--Si hubiera querido decir eso, lo habría dicho --replicó Humpty Dumpty.
Alicia no quiso ponerse a discutir de nuevo, de forma que no respondió nada.
--Siete años y seis meses... --repetía Humpty Dumpty, cavilando. --Una edad bien incómoda. Si quisieras seguir mi consejo te diría «deja de crecer a los siete»..., pero ya es demasiado tarde.
--Nunca se me ha ocurrido pedir consejos sobre la manera de crecer --respondió Alicia, indignada.
--¿Demasiado orgullosa, eh? --se interesó el otro.
Alicia se sintió aún más ofendida por esta insinuación.
--Quiero decir --replicó-- que una no puede evitar el ir haciéndose más vieja.
--Puede que una no pueda --le respondió Humpty Dumpty --pero dos, ya podrán. Con los auxilios necesarios podrías haberte quedado para siempre en los siete años.
--¡Qué hermoso cinturón tiene usted! --observo Alicia súbitamente (pues pensó que ya habían hablado más que suficientemente del tema de la edad; y además, si de verdad iban a turnarse escogiendo temas, ahora le tocaba a ella). --Digo más bien... --se corrigió pensándolo mejor-- qué hermosa corbata, eso es lo que quise decir...no, un cinturón, me parece... ¡Ay, mil perdones: no sé lo que estoy diciendo! --añadió muy apurada al ver que a Humpty Dumpty le estaba dando un ataque irremediable de indignación, y empezó a desear que nunca hubiese escogido ese tema. --¡Si solamente supiera --concluyó para sí misma-- cual es su cuello y cuál su cintura!
Evidentemente, Humpty Dumpty estaba enfadadísimo, aunque no dijo nada durante un minuto o dos. Pero cuando volvió a abrir la boca fue para lanzar un bronco gruñido.
--¡Es... el colmo... del fastidio --pudo decir al fin-- esto de que la gente no sepa distinguir una corbata de un cinturón!
--Sé que revela una gran ignorancia por mi parte --confesó Alicia con un tono de voz tan humilde que Humpty Dumpty se apiadó.
--Es una corbata, niña; y bien bonita que es, como tu bien has dicho. Es un regalo del Rey y de la Reina. ¿Qué te parece eso?
--¿De veras? --dijo Alicia encantada de ver que había escogido después de todo
un buen tema.
--Me la dieron --continuó diciendo Humpty Dumpty con mucha prosopopeya, cruzando un pierna sobre la otra y luego ambas manos por encima de una rodilla-- me la dieron... como regalo de incumpleaños.
--¿Perdón? --le preguntó Alicia con un aire muy intrigado.
--No estoy ofendido --le aseguró Humpty Dumpty.
--Quiero decir que, ¿qué es un regalo de incumpleaños?
--Pues un regalo que se hace en un día que no es de cumpleaños, naturalmente.
Alicia se quedó considerando la idea un poco, pero al fin dijo: --Prefiero los regalos de cumpleaños.
--¡No sabes lo que estás diciendo! --gritó Humpty Dumpty--. --A ver: ¿cuántos
días tiene el año?
--Trescientos sesenta y cinco --respondió Alicia.
--¿Y cuántos días de cumpleaños tienes tú?
--Uno.
--Bueno, pues si le restas uno a esos trescientos sesenta y cinco días, ¿cuántos te quedan?
--Trescientos seseta y cuatro, naturalmente.
Humpty Dumty no parecía estar muy convencido de este cálculo.
--Me
gustaría ver eso por escrito --dijo.
Alicia no pudo meos de sonreír mientras sacaba su cuaderno de notas y escribía en él la operación aritmética en cuestión:
365
-1
-----
364

Humpty Dumpty tomó el cuaderno y lo consideró con atención.
--Sí, me parece
que está bien... --empezó a decir.
--Pero, ¡si lo está leyendo al revés! --interrumpió Alicia.
--¡Anda! Pues es verdad, ¿quién lo habría dicho? --admitió Humpty Dumpty
con jovial ligereza mientras Alicia le daba la vuelta al cuaderno. --Ya decía yo que me parecía que tenía un aspecto algo rarillo. Pero en fin, como estaba diciendo, me parece que está bien hecha la resta... aunque, por supuesto no he tenido tiempo de examinarla debidamente... pero, en todo caso, lo que demuestra es que hay trescientos sesenta y cuatro días para recibir regalos de incumpleaños...
--Desde luego --asintió Alicia.
--¡Y sólo uno para regalos de cumpleaños! Ya ves. ¡Te has cubierto de gloria!
--No sé qué es lo que quiere decir con eso de la «gloria» --observó Alicia.
Humpty Dumpty sonrió despectivamente.
--Pues claro que no..., y no lo sabrás hasta que te lo diga yo. Quiere decir que «ahí te he dado con un argumento que te ha dejado bien aplastada».
--Pero «gloria» no significa «un argumento que deja bien aplastado» --objetó Alicia.
--Cuando yo uso una palabra --insistió Humpty Dumpty con un tono de voz más bien desdeñoso-- quiere decir lo que yo quiero que diga..., ni más ni menos.
--La cuestión --insistió Alicia-- es si se puede hacer que las palabras signifiquen tantas cosas diferentes.
--La cuestión --zanjó Humpty Dumpty-- es saber quién es el que manda..., eso es todo.
Alicia se quedó demasiado desconcertada con todo esto para decir nada; de forma que tras un minuto Humpty Dumpty empezó a hablar de nuevo:
--
Algunas palabras tienen su genio... particularmente los verbos..., son los más creídos..., con los adjetivos se puede hacer lo que se quiera, pero no con los verbos..., sin embargo, ¡yo me las arreglo para tenérselas tiesas a todos ellos! ¡Impenetrabilidad! Eso es lo que yo siempre digo.
--¿Querría decirme, por favor --rogó Alicia-- qué es lo que quiere decir eso?
--Ahora sí que estás hablando como una niña sensata --aprobó Humpty Dumpty, muy orondo. --Por «impenetrabilidad» quiero decir que ya basta de hablar de este tema y que más te valdría que me dijeras de una vez qué es lo que vas a hacer ahora pues supongo que no vas a estar ahí parada para el resto de tu vida.
--¡Pues no es poco significado para una sola palabra! --comentó pensativamente Alicia.
--Cuando hago que una palabra trabaje tanto como esa-- explicó Humpty Dumpty-- siempre le doy una paga extraordinaria.
--¡Oh! Dijo Alicia.
Estaba demasiado desconcertada con todo esto como para
hacer otro comentario.
--¡Ah, deberías de verla cuando vienen a mi alrededor los sábados por la noche! --continuó Humpty Dumpty.
--A por su paga, ya sabes...
(Alicia no se atrevió a preguntarle con qué las pagaba, de forma que menos podría decíroslo yo a vosotros.)
--Parece usted muy ducho en esto de explicar lo que quieren decir las palabras, señor mío --dijo Alicia-- así que, ¿querría ser tan amable de explicarme el significado del poema titulado «Galimatazo»?
--A ver, oigámoslo --aceptó Humpty Dumpty-- soy capaz de explicar el significado de cuantos poemas se hayan inventado y también el de otros muchos que aún no se han inventado.
Esta declaración parecía ciertamente prometedora, de forma que Alicia recitó la primera estrofa:

Brillaba, brumeando negro, el sol,
agiliscosos giroscaban los limazones
banerrando por las váparas lejanas,
mimosos se fruncían los borogobios
mientras el momio rantas murgiflaba.

--Con eso basta para empezar-- interrumpió Humpty Dumpty-- que ya tenemos
ahí un buen montón de palabras difíciles: eso de que «brumeaba negro el sol» quiere decir que eran ya las cuatro de la tarde..., porque es cuando se encienden las brasas para asar la cena.
--Eso me parece muy bien --aprobó Alicia-- pero, ¿y lo de los «agilisco- sos»?
--Bueno, verás: «agiliscosos» quiere decir «ágil y viscoso», ¿comprendes? es como si se tratara de un sobretodo..., son dos significados que envuelven a la misma palabra.
--Ahora lo comprendo --asintió Alicia, pensativamente. --Y, ¿qué son los «limazones»?
- Bueno, los «limazones» son un poco como los tejones..., pero también se parecen un poco a los lagartos..., y también tienen un poco el aspecto de un sacacorchos...
--Han de ser unas criaturas de apariencia muy curiosa.
--Eso sí, desde luego --concedió Humpty Dumpty-- también hay que señalar que suelen hacer sus madrigueras bajo los relojes de sol..., y también que se alimentan de queso.
--Y, ¿qué es «giroscar» y «banerrar»?--
--Pues «giroscar» es dar vueltas y más vueltas, como un giroscopio; y «banerrar» es andar haciendo agujeros como un barreno.
--Y la «vápara», ¿será el césped que siempre hay alrededor de los relojes de sol, supongo? --dijo Alicia, sorprendida de su propio ingenio.

--¡Pues claro que sí! Como sabes, se llama «vápara» porque el césped ese va para adelante en una dirección y va para atrás en la otra.
--Y va para cada lado un buen trecho también --añadió Alicia.
--Exactamente, así es. Bueno, los «borogobios» son una especie de pájaros desaliñados con las plumas erizadas por todas partes..., una especie de estropajo viviente. Y en cuanto a que se «fruncian mimosos», también puede decirse que estaban «fruncimosos», ya ves, otra palabra con sobretodo.
--¿Y el «momio» ese que «murgiflaba rantas»? --preguntó Alicia. --Me parece que le estoy ocasionando muchas molestias con tanta pregunta.
--Bueno, las «rantas» son una especie de cerdo verde; pero respecto a los «momios» no estoy seguro de lo que son: me parece que la palabra viene de «monseñor con insomnio», en fin, un verdadero momio.
--Y entonces, ¿qué quiere decir eso de que «murgiflaban»?
--Bueno, «murgiflar» es algo así como un aullar y un silbar a la vez, con una especie de estornudo en medio; quizás llegues a oír como lo hacen alguna vez en aquella floresta..., y cuando te haya tocado oírlo por fin, te bastará ciertamente con esa vez. ¿Quién te ha estado recitando esas cosas tan dificiles?
--Lo he leído en un libro --explicó Alicia. --Pero también me han recitado otros poemas mucho más fáciles que ese; creo que fue Tweedledee..., si no me equivoco.
--¡Ah! En cuanto a poemas --dijo Humpty Dumpty, extendiendo elocuentemente una de sus grandes manos-- yo puedo recitar tan bien como cualquiera, si es que se trata de eso...
--¡Oh, no es necesario que se tate de eso! --se apresuró a atajarle Alicia, con la vana esperanza de impedir que empezara.
--El poema que voy a recitar --continuó sin hacerle el menor caso-- fue escrito especialmente para entretenerte.
A Alicia le pareció que en tal caso no tenía más remedio que escuchar; de forma que se sentó y le dio unas «gracias» más bien resignadas.

En invierno,
cuando los campos están blancos,
canto esta canción en tu loor.

--Sólo que no la canto --añadió a modo de explicación.
--Ya veo que no --dijo Alicia.
--Si tu puedes ver si la estoy cantando o no, tienes más vista que la mayor parte de la gente --observó severamente Humpty Dumpty. Alicia se quedó callada.

En primavera,

cuando verdean los bosques,
me esforzaré por decirte lo que pienso


--Muchísimas gracias --dijo Alicia.

En verano,
cuando los días son largos
a lo mejor llegues a comprenderla.
En otoño,
cuando las frondas lucen castañas,
tomarás pluma y papel para anotarla.

--Lo haré si aún me acuerdo de la letra después de tanto tiempo --prometióAlicia.
--No es necesario que hagas esos comentarios a cada cosa que digo --recriminó
Humpty Dumpty-- no tienen ningún sentido y me hacen perder el hilo...

Mándeles a los peces un recado:
«¡Qué lo hicieran ya de una vez!»
Los pequeños pescaditos de la mar
mandáronme una respuesta a la par.
Los pequeños pescaditos me decían:
«No podemos hacerlo, señor nuestro, porque...»

--Me temo que no estoy comprendiendo nada --interrumpió Alicia.
--Se hace más fácil más adelante --aseguró Humpty Dumpty.
Otra vez les mandé decir:

«¡Será mejor que obedezcáis!»
Los pescaditos se sonrieron solapados.
«Vaya genio tienes hoy», me contestaron.

Se lo dije una vez y se lo dije otra vez.

Pero nada, no atendían a ninguna de mis razones.

Tomé una caldera grande y nueva,

que era justo lo que necesitaba.

La llené de agua junto al pozo
y mi corazón latía de gozo.
Entonces, acercándoseme me dijo alguien:
«Ya están los pescaditos en la cama».
Le respondí con voz bien clara:
«¡Pues a despertarlos dicho sea!»
Se lo dije bien fuerte y alto;
fui y se lo grité al oído...

Humpty Dumpty elevó la voz hasta aullar casi y Alicia pensó con un ligero estremecimiento: --¡No habría querido ser ese mensajero por nada del mundo!


Pero, ¡qué tipo más vano y engolado!
Me dijo: «¡No hace falta hablar tan alto!»
¡Si que era necio el badulaque!
«Iré a despertarlos» dijo «siempre que...»
Con un sacacorchos que tomé del estante
fui a despertarlos yo mismo al instante.
Cuando me encontré con la puerta atrancada,
tiré y empujé, a patadas y a puñadas.
Pero al ver que la puerta estaba cerrada
intenté luego probar la aldaba...

A esto siguió una larga pausa.
--¿Eso es todo? --preguntó tímidamente Alicia.
--Eso es todo --dijo Humpty Dumpty. --¡Adiós!
Esto le pareció a Alicia un tanto brusco; pero después de una indirecta tan directa, concluyó que no sería de buena educación quedarse ahí por más tiempo.