viernes, 2 de mayo de 2008

J.G.


Vos, que envolvés
el tibio aroma y la espiral de la

noche indormida en

las vendas del cobarde y

fingís que sos sin ser vivido:

¡abrite las mil puertas

de tu ciudad cerrada! En el rincón

donde el miedo te agachó la cabeza

hay esperas que dicen

abur abur. Te fuiste, no dejaste
que una luz te sacara

de vos a la luz de tu luz.

Caen las estrellas y está triste

Dios, que existe poquito.




No hay comentarios: