jueves, 17 de junio de 2010

J.C.


sabiendo muy bien dónde están,
sabiendo todavía mejor que es absurdo,
y sabiendo por encima de todo que no pueden ser violados por el absurdo en la medida en que no solamente lo enfrentan, sino que ese absurdo de ir hacia lo absurdo es exactamente lo que hace caer las murallas. (...)
O sea, que están a contrapelo del absurdo porque lo saben vulnerable, vencible, y que en el fondo basta gritarle en la cara que no es más que la prehistoria del hombre, su proyecto amorfo, y que se acabo, esta vez se acabó, no se sabe bien cómo pero a esta altura del siglo hay algo que se acabó, hermano, y entonces a ver qué pasa, y por eso precisamente
esta noche,
en lo que se hace o se dice,
en lo que dirán o harán tantos que siguen entrando y se sientan delante de la pared de ladrillos, esperando, como si la pared de ladrillos fuera un telón pintado que va a alzarse apenas se apaguen las luces,
y las luces se apagan, claro,
y el telón no se levanta, archiclaro,
porque-las-paredes-de-ladrillo-no-se-levantan.
Absurdo,
pero no para ellos porque ellos saben que eso es la prehistoria del hombre, están mirando la pared porque sospechan lo que puede haber del otro lado...

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