lunes, 30 de mayo de 2011
J.C.
No es necesario que me mandes, perro,
el mar se asiste solo. Lo más mísero del pelo cortaría la rueda
pero ya sabemos tonsurar el destino.
Estoy,
por eso peligro.
¡Todo me empuja!
En la multitud un fósforo presume
del futuro penacho.
Pero sólo,
solo con el perro mirándome.
No me ordenes nada,
no te obedeceré, y entonces
será horrible.
Vómito de ojos.
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