
miércoles, 4 de julio de 2007
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¿De qué cielo caído,
oh insólito,
inmóvil solitario en la ola del tiempo?
Eres la duración,
el tiempo que madura
en un instante enorme, diáfano:
flecha en el aire,
blanco embelesado
y espacio sin memoria ya de flecha.
Día hecho de tiempo y de vacío:
me deshabitas, borras
mi nombre y lo que soy,
llenándome de ti: luz, nada.
oh insólito,
inmóvil solitario en la ola del tiempo?
Eres la duración,
el tiempo que madura
en un instante enorme, diáfano:
flecha en el aire,
blanco embelesado
y espacio sin memoria ya de flecha.
Día hecho de tiempo y de vacío:
me deshabitas, borras
mi nombre y lo que soy,
llenándome de ti: luz, nada.
Y floto, ya sin mí, pura existencia.
domingo, 1 de julio de 2007
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Parecía absurdo, sí, y seguramente lo era, pero él se había pasado la vida sintiendo (cómo escribirlo, sin embargo, cómo no adivinar tu gesto de fastidio ante la inminencia de las grandes palabras, cómo ignorar los efectos que produce en el ritmo de tu respiración, en los músculos de tus párpados y de tu boca, mi arrebatador estilo), sintiendo que tenía una deuda con todos los hombres. Especie de locura mesiánica o consecuencia de haber leído de muy chico a Dostoievski y haberse tomado en serio aquello de que todos somos responsables de todo ante todos. O la conciencia de haber llegado a los treinta y tres años sin cumplir una sola de las fastuosas promesas que había hecho, y se había hecho, en la adolescencia.
jueves, 28 de junio de 2007
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Ahora es preciso que sacudas tu pereza -me dijo el Maestro- que no se alcanza la fama reclinando en blanda pluma, ni el abrigo de colchas; y el que sin gloria consume su vida, deja en pos de sí el mismo vestigio que el humo en el aire o la espuma en el agua.
Pues levántate: domina la fatiga con el alma, que vence todos los obstáculos mientras no se envilece con la pesadez del cuerpo. Tenemos que subir todavía una escala mucho más larga, pues no basta haber atravesado por entre los espíritus infernales.
Pues levántate: domina la fatiga con el alma, que vence todos los obstáculos mientras no se envilece con la pesadez del cuerpo. Tenemos que subir todavía una escala mucho más larga, pues no basta haber atravesado por entre los espíritus infernales.
La divina comedia.
martes, 26 de junio de 2007
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Recoga en su mente los sonidos que ha oído durante la semana.
Una tarde repítalos en su mente en órdenes distintos.
Una tarde repítalos en su mente en órdenes distintos.
sábado, 23 de junio de 2007
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SOLO
Solo,
con mi esqueleto,
mi sombra,
mis arterias,
como un sapo en su cueva,
asomado al verano,
entre miles de insectos
que saltan,
retroceden,
se atropellan,
fallecen;
en una delirante actividad sin rumbo,
inútil,
arbitraria,
febril,
idéntica a la fiebre
que sufren las ciudades.
Solo,
con la ventana
abierta a las estrellas,
entre árboles y muebles que ignoran mi existencia,
sin deseos de irme,
ni ganas de quedarme
a vivir otras noches,
aquí, o en otra parte,
con el mismo esqueleto,
y las mismas arterias,
como un sapo en su cueva
circundado de insectos.
con mi esqueleto,
mi sombra,
mis arterias,
como un sapo en su cueva,
asomado al verano,
entre miles de insectos
que saltan,
retroceden,
se atropellan,
fallecen;
en una delirante actividad sin rumbo,
inútil,
arbitraria,
febril,
idéntica a la fiebre
que sufren las ciudades.
Solo,
con la ventana
abierta a las estrellas,
entre árboles y muebles que ignoran mi existencia,
sin deseos de irme,
ni ganas de quedarme
a vivir otras noches,
aquí, o en otra parte,
con el mismo esqueleto,
y las mismas arterias,
como un sapo en su cueva
circundado de insectos.
jueves, 21 de junio de 2007
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A la espera de la oscuridad
Ese instante que no se olvida
Tan vacío devuelto por las sombras
Tan vacío rechazado por los relojes
Ese pobre instante adoptado por mi ternura
Desnudo desnudo de sangre de alas
Sin ojos para recordar angustias de antaño
Sin labios para recoger el zumo de las violencias
perdidas en el canto de los helados campanarios.
Ampáralo niña ciega de alma
Ampáralo niña ciega de alma
Ponle tus cabellos escarchados por el fuego
Abrázalo pequeña estatua de terror.
Señálale el mundo convulsionado a tus pies
A tus pies donde mueren las golondrinas
Tiritantes de pavor frente al futuro
Dile que los suspiros del mar
Humedecen las únicas palabras
Por las que vale vivir.
Pero ese instante sudoroso de nada
Pero ese instante sudoroso de nada
Acurrucado en la cueva del destino
Sin manos para decir nunca
Sin manos para regalar mariposas
A los niños muertos
martes, 19 de junio de 2007
Roberto Arlt
Elsa se detiene temblorosa ante Erdosain.
ELSA: Bueno, me voy, Remo... Era necesario que esto terminara así.
ERDOSAIN: Pero, ¿vos?... ¿vos?
ELSA: ¿Qué querías que hiciese?
ERDOSAIN: No sé.
ELSA: ¿Entonces? Quedate tranquilo. Te dejé la ropa limpia.
ERDOSAIN: Pero vos, Elsa... ¿vos? ¿Y nuestros proyectos?
ELSA: Ilusiones, Remo... esplendores.
ERDOSAIN: Sí, esplendores... ¿Dónde aprendiste esa palabra tan linda?
ELSA: No sé.
ERDOSAIN: ¿Y nuestra vida va a quedar siempre deshecha?
ELSA: ¿Qué querés? Fui buena, después te tomé odio... pero ¿por qué no fuiste también igual?
ERDOSAIN: ¡Ah!, sí... igual...
ELSA: Ahora es inútil... me voy. ¿Por qué no fuiste bueno? ¿Por qué no trabajaste?
ERDOSAIN: ¿Así que te vas? ¿De veras que te vas?
ELSA: Quiero ver si nuestra vida mejora. Mirá mis manos...
ERDOSAIN: Elsa... ya sabés... vení cuando quieras... podés venir... pero, decí la verdad, ¿me quisiste alguna vez?
ELSA: Siempre te quise... ahora también te quiero... Nunca... ¿por qué nunca hablaste como esta noche? Siento que te voy a querer toda la vida... que el otro al lado tuyo es la sombra de un hombre...
ERDOSAIN: Alma, mi pobre alma... qué vida la nuestra... qué vida.
ELSA: Mirá... esperame. Si la vida es como siempre me dijiste, vuelvo, ¿sabés? y, entonces, si vos querés, nos matamos juntos... ¿Estás contento?
ERDOSAIN: Alma, qué buena sos, alma... dame esa mano. (Se la besa) ¿No te enojás, alma?
ELSA: Mirá, Remo... voy a venir, ¿sabés?, y si es cierto lo que decís de la vida... sí, yo vengo... voy a venir.
ERDOSAIN: ¿Vas a venir?
ELSA: Con lo que tenga.
ERDOSAIN: ¿Aunque seas rica?
ELSA: Aunque tenga todos los millones de la Tierra, vengo. ¡Te lo juro!
ERDOSAIN: ¡Alma, pobre alma! ¡Qué alma la tuya! Sin embargo, no me conociste... No importa... ¡Ah, nuestra vida!
ELSA: No importa. Estoy contenta. ¿Te das cuenta qué sorpresa, Remo? Estás solito, de noche. Estás solo... de pronto... la puerta se abre... y soy yo... ¡yo, que volví!
ERDOSAIN: Estás con un traje de baile... zapatos blancos y tenés un collar de perlas.
ELSA: Y vine sola, a pie por las calles oscuras, buscándote... pero no me ves... la cabeza...
ERDOSAIN: Decí... hablá...
ELSA: La cabeza apoyada en la mano y el codo en la mesa... me mirás... y de pronto...
ERDOSAIN: Te reconozco y te digo: Elsa, ¿sos vos, Elsa?
ELSA: Y te contesto: Remo, vine. ¿Te acordás de esa noche? Esa noche es esta noche y afuera sopla el gran viento y nosotros no tenemos frío ni pena. ¿Estás contento, Remo?
ERDOSAIN: Sí, te juro que estoy contento.
ELSA: Bueno, me voy.
ERDOSAIN: ¿Te vas?
ELSA: Sí...
ERDOSAIN: Bueno, andate.
ELSA: Hasta pronto, mi esposo.
ERDOSAIN: ¿Qué dijiste?
ELSA: Te digo esto, Remo. Esperame. Aunque tenga todos los millones del mundo, vuelvo.
ERDOSAIN: Bueno... entonces, adiós... pero dame un beso.
ELSA: No, cuando vuelva... Adiós, mi esposo.
ELSA: Bueno, me voy, Remo... Era necesario que esto terminara así.
ERDOSAIN: Pero, ¿vos?... ¿vos?
ELSA: ¿Qué querías que hiciese?
ERDOSAIN: No sé.
ELSA: ¿Entonces? Quedate tranquilo. Te dejé la ropa limpia.
ERDOSAIN: Pero vos, Elsa... ¿vos? ¿Y nuestros proyectos?
ELSA: Ilusiones, Remo... esplendores.
ERDOSAIN: Sí, esplendores... ¿Dónde aprendiste esa palabra tan linda?
ELSA: No sé.
ERDOSAIN: ¿Y nuestra vida va a quedar siempre deshecha?
ELSA: ¿Qué querés? Fui buena, después te tomé odio... pero ¿por qué no fuiste también igual?
ERDOSAIN: ¡Ah!, sí... igual...
ELSA: Ahora es inútil... me voy. ¿Por qué no fuiste bueno? ¿Por qué no trabajaste?
ERDOSAIN: ¿Así que te vas? ¿De veras que te vas?
ELSA: Quiero ver si nuestra vida mejora. Mirá mis manos...
ERDOSAIN: Elsa... ya sabés... vení cuando quieras... podés venir... pero, decí la verdad, ¿me quisiste alguna vez?
ELSA: Siempre te quise... ahora también te quiero... Nunca... ¿por qué nunca hablaste como esta noche? Siento que te voy a querer toda la vida... que el otro al lado tuyo es la sombra de un hombre...
ERDOSAIN: Alma, mi pobre alma... qué vida la nuestra... qué vida.
ELSA: Mirá... esperame. Si la vida es como siempre me dijiste, vuelvo, ¿sabés? y, entonces, si vos querés, nos matamos juntos... ¿Estás contento?
ERDOSAIN: Alma, qué buena sos, alma... dame esa mano. (Se la besa) ¿No te enojás, alma?
ELSA: Mirá, Remo... voy a venir, ¿sabés?, y si es cierto lo que decís de la vida... sí, yo vengo... voy a venir.
ERDOSAIN: ¿Vas a venir?
ELSA: Con lo que tenga.
ERDOSAIN: ¿Aunque seas rica?
ELSA: Aunque tenga todos los millones de la Tierra, vengo. ¡Te lo juro!
ERDOSAIN: ¡Alma, pobre alma! ¡Qué alma la tuya! Sin embargo, no me conociste... No importa... ¡Ah, nuestra vida!
ELSA: No importa. Estoy contenta. ¿Te das cuenta qué sorpresa, Remo? Estás solito, de noche. Estás solo... de pronto... la puerta se abre... y soy yo... ¡yo, que volví!
ERDOSAIN: Estás con un traje de baile... zapatos blancos y tenés un collar de perlas.
ELSA: Y vine sola, a pie por las calles oscuras, buscándote... pero no me ves... la cabeza...
ERDOSAIN: Decí... hablá...
ELSA: La cabeza apoyada en la mano y el codo en la mesa... me mirás... y de pronto...
ERDOSAIN: Te reconozco y te digo: Elsa, ¿sos vos, Elsa?
ELSA: Y te contesto: Remo, vine. ¿Te acordás de esa noche? Esa noche es esta noche y afuera sopla el gran viento y nosotros no tenemos frío ni pena. ¿Estás contento, Remo?
ERDOSAIN: Sí, te juro que estoy contento.
ELSA: Bueno, me voy.
ERDOSAIN: ¿Te vas?
ELSA: Sí...
ERDOSAIN: Bueno, andate.
ELSA: Hasta pronto, mi esposo.
ERDOSAIN: ¿Qué dijiste?
ELSA: Te digo esto, Remo. Esperame. Aunque tenga todos los millones del mundo, vuelvo.
ERDOSAIN: Bueno... entonces, adiós... pero dame un beso.
ELSA: No, cuando vuelva... Adiós, mi esposo.
lunes, 18 de junio de 2007
Juan Gelman

El infierno verdadero
Entre las 5 y las 7,
cada día,
ves a un compañero caer.
No pueden cambiar lo que pasó.
No pueden cambiar lo que pasó.
El compañero cae,
y ni la mueca de dolor se le puede apagar,
ni el nombre,
o rostros,
o rostros,
o sueños,
con los que el compañero cortaba la tristeza
con su tijera de oro,
separaba,
a la orilla de un hombre,
o una mujer.
Le juntaba todo el sufrimiento
para sentarlo en su corazón
debajito de un árbol
El mundo llora pidiendo comida
Tanto dolor tiene en la boca
Es dolor que necesita porvenir
El compañero cambiaba al mundo
y le ponía pañales de horizonte.
Ahora, lo ves morir,
cada día. .
Pensás que así vive.
Que anda arrastrando
un pedazo de cielo
con las sombras del alba, donde,
entre las 5 y las 7,
cada día,
vuelve a caer, tapado de infinito.
domingo, 17 de junio de 2007
Julio Cortázar
No me des tregua, no me perdones nunca.
Hostígame en la sangre, que cada cosa cruel sea tú que
vuelves.
¡No me dejes dormir, no me des paz!
Entonces ganaré mi reino,
naceré lentamente.
No me pierdas como una música fácil, no seas caricia ni
guante;
tállame como un sílex, desespérame.
Guarda tu amor humano, tu sonrisa, tu pelo. Dálos.
Ven a mí con tu cólera seca de fósforos y escamas.
Grita. Vomítame arena en la boca, rómpeme las fauces.
No me importa ignorarte en pleno día,
saber que juegas cara al sol y al hombre.
Compártelo.
Yo te pido la cruel ceremonia del tajo,
lo que nadie te pide: las espinas
hasta el hueso. Arráncame esta cara infame,
oblígame a gritar al fin mi verdadero nombre.
Hostígame en la sangre, que cada cosa cruel sea tú que
vuelves.
¡No me dejes dormir, no me des paz!
Entonces ganaré mi reino,
naceré lentamente.
No me pierdas como una música fácil, no seas caricia ni
guante;
tállame como un sílex, desespérame.
Guarda tu amor humano, tu sonrisa, tu pelo. Dálos.
Ven a mí con tu cólera seca de fósforos y escamas.
Grita. Vomítame arena en la boca, rómpeme las fauces.
No me importa ignorarte en pleno día,
saber que juegas cara al sol y al hombre.
Compártelo.
Yo te pido la cruel ceremonia del tajo,
lo que nadie te pide: las espinas
hasta el hueso. Arráncame esta cara infame,
oblígame a gritar al fin mi verdadero nombre.
Leon Bloy
James Joyce

Ella llora sobre Rahoon
Dulce cae la lluvia sobre Rahoon
dulcemente cayendo donde mi opaco amante descansa
triste es su voz que me llama
tristemente llamándome cuando gris asciende la luna.
Amor escucha aún suave
cuán triste su voz siempre me llama
siempre sin respuesta
mientras la lluvia cae
ahora como entonces.
Oscuros también nuestros corazones
oh amor descansarán y se quedarán fríos
como su triste corazón descansa
bajo las ortigas que grises hace la luna
bajo la negra tierra
y la lluvia que murmura.
viernes, 15 de junio de 2007
Charles Baudelaire

UNA CARROÑA
Recuerdas el objeto que vimos, mi alma,
Aquella hermosa mañana de estío tan apacible;
A la vuelta de un sendero, una carroña infame
Sobre un lecho sembrado de guijarros,
Las piernas al aire, como una hembra lúbrica,
Ardiente y exudando los venenos,
Abría de una manera despreocupada y cínica
Su vientre lleno de exhalaciones.
El sol dardeaba sobre aquella podredumbre,
Como si fuera a cocerla a punto,
Y restituir centuplicado a la gran Natura,
Todo cuanto ella había juntado;
Y el cielo contemplaba la osamenta soberbia
Como una flor expandirse.
La pestilencia era tan fuerte, que sobre la hierba
Tú creíste desvanecerte.
Las moscas bordoneaban sobre ese vientre podrido,
Del que salían negros batallones
De larvas, que corrían cual un espeso líquido
A lo largo de aquellos vivientes harapos.
Todo aquello descendía, subía como una marea,
O se volcaba centelleando;
Hubiérase dicho que el cuerpo, inflado por un soplo indefinido,
Vivía multiplicándose.
Y este mundo producía una extraña música,
Como el agua corriente y el viento,
O el grano que un aechador con movimiento rítmico,
Agita y revuelve en su harnero.
Las formas se borraron y no fueron sino un sueño,
Un esbozo lento en concretarse,
Sobre la tela olvidada, y que el artista acaba
Solamente para el recuerdo.
Detrás de las rocas una perra inquieta
Nos vigilaba con mirada airada,
Espiando el momento de recuperar del esqueleto
El trozo que ella había aflojado.
—Y sin embargo, tú serás semejante a esa basura,
A esa horrible infección,
Estrella de mis ojos, sol de mi natura,
¡Tú, mi ángel y mi pasión!
¡Sí! así estarás, oh reina de las gracias,
Después de los últimos sacramentos,
Cuando vayas, bajo la hierba y las floraciones crasas,
A enmollecerte entre las osamentas.
¡Entonces, ¡oh mi belleza! Dile a la gusanera
Que te consumirán los besos,
Que yo he conservado la forma y la esencia divina
De mis amores descompuestos!
Pablo Neruda

Poema 20
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Escribir, por ejemplo: «La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos».
El viento de la noche gira en el cielo y canta.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.
En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.
Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.
Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.
Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.
Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.
Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.
La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.
De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.
Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.
Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
Mi alma no se contenta con haberla perdido.
Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.
miércoles, 13 de junio de 2007
Eduardo Galeano

No consigo dormir. Tengo una mujer atravesada entre los párpados. Si pudiera, le diría que se vaya; pero tengo una mujer atravesada en la garganta.
LA NOCHE 2
LA NOCHE 2
Arránqueme, Señora, las ropas y las dudas. Desnúdeme, desdúdeme.
LA NOCHE 3
Yo me duermo a la orilla de una mujer: yo me duermo a la orilla de un abismo.
LA NOCHE 4
Me desprendo del abrazo, salgo a la calle. En el cielo, ya clareando, se dibuja, finita, la luna. La luna tiene dos noches de edad. Yo, una.
lunes, 11 de junio de 2007
Alejandra Pizarnik

Un claro en un jardín oscuro o un pequeño espacio de luz entre hojas negras. Allí estoy yo, dueña de mis cuatro años, señora de los pájaros celestes y de los pájaros rojos. Al más hermoso le digo:
- Te voy a regalar a no sé quién.
- ¿Cómo sabés que le gustaré?- dice.
- Voy a regalarte.
- Nunca tendrás a quien regalarle un pájaro- dice el pájaro.
Julio Cortázar

Yo tuve un hermano.
No nos vimos nunca pero
no importaba.
Yo tuve un hermano
que iba por los montes
mientras yo dormía.
Lo quise a mi modo,
le tomé su voz
libre como el agua,
caminé de a ratos
cerca de su sombra.
No nos vimos nunca
pero no importaba,
mi hermano despierto
mientras yo dormía,
mi hermano mostrándome
detrás de la noche
su estrella elegida.
octubre de 1967
domingo, 10 de junio de 2007
Mario Benedetti

No te quedes inmóvil
al borde del camino
no congeles el júbilo
no quieras con desgana
no te salves ahora
ni nunca
no te salves
no te llenes de calma
no reserves del mundo
sólo un rincón tranquilo
no dejes caer los párpados
pesados como juicios
no te quedes sin labios
no te duermas sin sueño
no te pienses sin sangre
no te juzgues sin tiempo
pero si
pese a todo
no puedes evitarlo
y congelas el júbilo
y quieres con desgana
y te salvas ahora
y te llenas de calma
y reservas del mundo
sólo un rincón tranquilo
y dejas caer los párpados
pesados como juicios
y te secas sin labios
y te duermes sin sueño
y te piensas sin sangre
y te juzgas sin tiempo
y te quedas inmóvil
al borde del camino
y te salvas
entonces
no te quedes conmigo.
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