Pues levántate: domina la fatiga con el alma, que vence todos los obstáculos mientras no se envilece con la pesadez del cuerpo. Tenemos que subir todavía una escala mucho más larga, pues no basta haber atravesado por entre los espíritus infernales.
jueves, 28 de junio de 2007
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Pues levántate: domina la fatiga con el alma, que vence todos los obstáculos mientras no se envilece con la pesadez del cuerpo. Tenemos que subir todavía una escala mucho más larga, pues no basta haber atravesado por entre los espíritus infernales.
martes, 26 de junio de 2007
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Una tarde repítalos en su mente en órdenes distintos.
sábado, 23 de junio de 2007
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con mi esqueleto,
mi sombra,
mis arterias,
como un sapo en su cueva,
asomado al verano,
entre miles de insectos
que saltan,
retroceden,
se atropellan,
fallecen;
en una delirante actividad sin rumbo,
inútil,
arbitraria,
febril,
idéntica a la fiebre
que sufren las ciudades.
Solo,
con la ventana
abierta a las estrellas,
entre árboles y muebles que ignoran mi existencia,
sin deseos de irme,
ni ganas de quedarme
a vivir otras noches,
aquí, o en otra parte,
con el mismo esqueleto,
y las mismas arterias,
como un sapo en su cueva
circundado de insectos.
jueves, 21 de junio de 2007
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Ampáralo niña ciega de alma
Pero ese instante sudoroso de nada
martes, 19 de junio de 2007
Roberto Arlt
ELSA: Bueno, me voy, Remo... Era necesario que esto terminara así.
ERDOSAIN: Pero, ¿vos?... ¿vos?
ELSA: ¿Qué querías que hiciese?
ERDOSAIN: No sé.
ELSA: ¿Entonces? Quedate tranquilo. Te dejé la ropa limpia.
ERDOSAIN: Pero vos, Elsa... ¿vos? ¿Y nuestros proyectos?
ELSA: Ilusiones, Remo... esplendores.
ERDOSAIN: Sí, esplendores... ¿Dónde aprendiste esa palabra tan linda?
ELSA: No sé.
ERDOSAIN: ¿Y nuestra vida va a quedar siempre deshecha?
ELSA: ¿Qué querés? Fui buena, después te tomé odio... pero ¿por qué no fuiste también igual?
ERDOSAIN: ¡Ah!, sí... igual...
ELSA: Ahora es inútil... me voy. ¿Por qué no fuiste bueno? ¿Por qué no trabajaste?
ERDOSAIN: ¿Así que te vas? ¿De veras que te vas?
ELSA: Quiero ver si nuestra vida mejora. Mirá mis manos...
ERDOSAIN: Elsa... ya sabés... vení cuando quieras... podés venir... pero, decí la verdad, ¿me quisiste alguna vez?
ELSA: Siempre te quise... ahora también te quiero... Nunca... ¿por qué nunca hablaste como esta noche? Siento que te voy a querer toda la vida... que el otro al lado tuyo es la sombra de un hombre...
ERDOSAIN: Alma, mi pobre alma... qué vida la nuestra... qué vida.
ELSA: Mirá... esperame. Si la vida es como siempre me dijiste, vuelvo, ¿sabés? y, entonces, si vos querés, nos matamos juntos... ¿Estás contento?
ERDOSAIN: Alma, qué buena sos, alma... dame esa mano. (Se la besa) ¿No te enojás, alma?
ELSA: Mirá, Remo... voy a venir, ¿sabés?, y si es cierto lo que decís de la vida... sí, yo vengo... voy a venir.
ERDOSAIN: ¿Vas a venir?
ELSA: Con lo que tenga.
ERDOSAIN: ¿Aunque seas rica?
ELSA: Aunque tenga todos los millones de la Tierra, vengo. ¡Te lo juro!
ERDOSAIN: ¡Alma, pobre alma! ¡Qué alma la tuya! Sin embargo, no me conociste... No importa... ¡Ah, nuestra vida!
ELSA: No importa. Estoy contenta. ¿Te das cuenta qué sorpresa, Remo? Estás solito, de noche. Estás solo... de pronto... la puerta se abre... y soy yo... ¡yo, que volví!
ERDOSAIN: Estás con un traje de baile... zapatos blancos y tenés un collar de perlas.
ELSA: Y vine sola, a pie por las calles oscuras, buscándote... pero no me ves... la cabeza...
ERDOSAIN: Decí... hablá...
ELSA: La cabeza apoyada en la mano y el codo en la mesa... me mirás... y de pronto...
ERDOSAIN: Te reconozco y te digo: Elsa, ¿sos vos, Elsa?
ELSA: Y te contesto: Remo, vine. ¿Te acordás de esa noche? Esa noche es esta noche y afuera sopla el gran viento y nosotros no tenemos frío ni pena. ¿Estás contento, Remo?
ERDOSAIN: Sí, te juro que estoy contento.
ELSA: Bueno, me voy.
ERDOSAIN: ¿Te vas?
ELSA: Sí...
ERDOSAIN: Bueno, andate.
ELSA: Hasta pronto, mi esposo.
ERDOSAIN: ¿Qué dijiste?
ELSA: Te digo esto, Remo. Esperame. Aunque tenga todos los millones del mundo, vuelvo.
ERDOSAIN: Bueno... entonces, adiós... pero dame un beso.
ELSA: No, cuando vuelva... Adiós, mi esposo.
lunes, 18 de junio de 2007
Juan Gelman
El infierno verdadero
Entre las 5 y las 7,
No pueden cambiar lo que pasó.
o rostros,
domingo, 17 de junio de 2007
Julio Cortázar
Hostígame en la sangre, que cada cosa cruel sea tú que
vuelves.
¡No me dejes dormir, no me des paz!
Entonces ganaré mi reino,
naceré lentamente.
No me pierdas como una música fácil, no seas caricia ni
guante;
tállame como un sílex, desespérame.
Guarda tu amor humano, tu sonrisa, tu pelo. Dálos.
Ven a mí con tu cólera seca de fósforos y escamas.
Grita. Vomítame arena en la boca, rómpeme las fauces.
No me importa ignorarte en pleno día,
saber que juegas cara al sol y al hombre.
Compártelo.
Yo te pido la cruel ceremonia del tajo,
lo que nadie te pide: las espinas
hasta el hueso. Arráncame esta cara infame,
oblígame a gritar al fin mi verdadero nombre.
Leon Bloy
James Joyce
Ella llora sobre Rahoon
Dulce cae la lluvia sobre Rahoon
dulcemente cayendo donde mi opaco amante descansa
triste es su voz que me llama
tristemente llamándome cuando gris asciende la luna.
Amor escucha aún suave
cuán triste su voz siempre me llama
siempre sin respuesta
mientras la lluvia cae
ahora como entonces.
Oscuros también nuestros corazones
oh amor descansarán y se quedarán fríos
como su triste corazón descansa
bajo las ortigas que grises hace la luna
bajo la negra tierra
y la lluvia que murmura.
viernes, 15 de junio de 2007
Charles Baudelaire
UNA CARROÑA
Recuerdas el objeto que vimos, mi alma,
Aquella hermosa mañana de estío tan apacible;
A la vuelta de un sendero, una carroña infame
Sobre un lecho sembrado de guijarros,
Las piernas al aire, como una hembra lúbrica,
Ardiente y exudando los venenos,
Abría de una manera despreocupada y cínica
Su vientre lleno de exhalaciones.
El sol dardeaba sobre aquella podredumbre,
Como si fuera a cocerla a punto,
Y restituir centuplicado a la gran Natura,
Todo cuanto ella había juntado;
Y el cielo contemplaba la osamenta soberbia
Como una flor expandirse.
La pestilencia era tan fuerte, que sobre la hierba
Tú creíste desvanecerte.
Las moscas bordoneaban sobre ese vientre podrido,
Del que salían negros batallones
De larvas, que corrían cual un espeso líquido
A lo largo de aquellos vivientes harapos.
Todo aquello descendía, subía como una marea,
O se volcaba centelleando;
Hubiérase dicho que el cuerpo, inflado por un soplo indefinido,
Vivía multiplicándose.
Y este mundo producía una extraña música,
Como el agua corriente y el viento,
O el grano que un aechador con movimiento rítmico,
Agita y revuelve en su harnero.
Las formas se borraron y no fueron sino un sueño,
Un esbozo lento en concretarse,
Sobre la tela olvidada, y que el artista acaba
Solamente para el recuerdo.
Detrás de las rocas una perra inquieta
Nos vigilaba con mirada airada,
Espiando el momento de recuperar del esqueleto
El trozo que ella había aflojado.
—Y sin embargo, tú serás semejante a esa basura,
A esa horrible infección,
Estrella de mis ojos, sol de mi natura,
¡Tú, mi ángel y mi pasión!
¡Sí! así estarás, oh reina de las gracias,
Después de los últimos sacramentos,
Cuando vayas, bajo la hierba y las floraciones crasas,
A enmollecerte entre las osamentas.
¡Entonces, ¡oh mi belleza! Dile a la gusanera
Que te consumirán los besos,
Que yo he conservado la forma y la esencia divina
De mis amores descompuestos!
Pablo Neruda
miércoles, 13 de junio de 2007
Eduardo Galeano
LA NOCHE 2
lunes, 11 de junio de 2007
Alejandra Pizarnik
Julio Cortázar
Yo tuve un hermano.
No nos vimos nunca pero
no importaba.
Yo tuve un hermano
que iba por los montes
mientras yo dormía.
Lo quise a mi modo,
le tomé su voz
libre como el agua,
caminé de a ratos
cerca de su sombra.
No nos vimos nunca
pero no importaba,
mi hermano despierto
mientras yo dormía,
mi hermano mostrándome
detrás de la noche
su estrella elegida.
octubre de 1967
domingo, 10 de junio de 2007
Mario Benedetti
No te quedes inmóvil
al borde del camino
no congeles el júbilo
no quieras con desgana
no te salves ahora
ni nunca
no te salves
no te llenes de calma
no reserves del mundo
sólo un rincón tranquilo
no dejes caer los párpados
pesados como juicios
no te quedes sin labios
no te duermas sin sueño
no te pienses sin sangre
no te juzgues sin tiempo
pero si
pese a todo
no puedes evitarlo
y congelas el júbilo
y quieres con desgana
y te salvas ahora
y te llenas de calma
y reservas del mundo
sólo un rincón tranquilo
y dejas caer los párpados
pesados como juicios
y te secas sin labios
y te duermes sin sueño
y te piensas sin sangre
y te juzgas sin tiempo
y te quedas inmóvil
al borde del camino
y te salvas
entonces
no te quedes conmigo.
jueves, 7 de junio de 2007
S.C.
martes, 5 de junio de 2007
Juan Gelman
Dylan Thomas
de esos agudos ojos esmaltados y de las garras ostentosas
de la rebeldía y la violación en los viveros de mi rostro,
una mordaza de árbol, en silencio golpeado para cubrirme de los desnudos enemigos
hazme una lengua de bayoneta en esta oración indefensa,
vuelve mi boca flagrante y que sea una trompeta de mentiras soplada dulcemente,
dame las facciones de un tonto moldeado en vieja armadura y roble
para escudar el cerebro brillante y confundir a los indagadores,
y un dolor viudo manchado de lágrimas caído de las pestañas
para velar la belladona y hacer que adviertan los ojos secos
que otros traicionan las quejumbrosas mentiras de sus pérdidas
con los pliegues de la boca desnuda y la risa solapada.
Edgar Allan Poe
EN MEDIO DE LOS PENSAMIENTOS OSCUROS DE LA PIEDRA GRIS DE LA TUMBA
NADIE, EN TODA LA MULTITUD, ESPÍA
DENTRO DE TU HORA DE RETIRO
SÉ SILENCIOSO EN ESA SOLEDAD
QUE NO ES TRISTEZA DE AISLAMIENTO, PORQUE ENTONCES
LOS ESPÍRITUS DE LOS MUERTOS QUE ESTUVIERON
EN LA VIDA ANTES QUE TU, ESTÁN OTRA VEZ
EN LA MUERTE ALREDEDOR DE TÍ; Y SU VOLUNTAD
TE ECLIPSARA: QUEDATE QUIETO
LA NOCHE, AUNQUE CLARA, ARRUGARA LA FRENTE,
Y LAS ESTRELLAS NO MIRARAN HACIA ABAJO,
DESDE SUS ALTOS TRONOS EN EL CIELO,
CON LA LUZ COMO LA ESPERANZA DADA A LOS MORTALES
PERO SUS OJOS ROJOS, SIN RAYO,
PARA TU FATIGA PARECERÁN
COMO UNA QUEMAZÓN Y UNA FIEBRE
QUE SE PEGARIA A TU PARA SIEMPRE.
AHORA HAY PENSAMIENTOS QUE NO AHUYENTARÁS
AHORA HAY VISIONES QUE NUNCA SE DESVANECERÁN
DE TU ESPIRÍTU NO PASARÁN
JAMÁS, COMO GOTAS DE ROCÍO SOBRE LA HIERBA.
LA BRISA, LA RESPIRACIÓN DE DIOS, ESTA QUIETA
Y LA NIEBLA SOBRE LA COLINA
SOMBRÍA, SOMBRÍA, PERO ININTERRUMPIDA
ES UN SÍMBOLO Y UNA SEÑAL.
CÓMO SE CUELGA DE LOS ARBOLES, ¡UN MISTERIO DE MISTERIOS!!
domingo, 3 de junio de 2007
Antonin Artaud
Los mostradores del cinc pasan por las cloacas,
la lluvia vuelve a ascender hasta la luna;
en la avenida una ventana
nos revela una mujer desnuda.
En los odres de las sábanas hinchadas
en los que respira la noche entera
el poeta siente que sus cabellos
crecen y se multiplican.
El rostro obtuso de los techos
contempla los cuerpos extendidos.
Entre el suelo y los pavimentos
la vida es una pitanza profunda.
Poeta, lo que te preocupa
nada tiene que ver con la luna;
la lluvia es fresca,
el vientre está bien.
Mira como se llenan los vasos
en los mostradores de la tierra
la vida está vacía,
la cabeza está lejos.
En alguna parte un poeta piensa.
No tenemos necesidad de la luna,
la cabeza es grande,
el mundo está atestado.
En cada aposento
el mundo tiembla,
la vida engendra algo
que asciende hacia los techos.
Un mazo de cartas flota en el aire
alrededor de los vasos;
humo de vinos, humo de vasos
y de las pipas de la tarde.
En el ángulo oblicuo de los techos
de todos los aposentos que tiemblan
se acumulan los humos marinos
de los sueños mal construidos.
Porque aquí se cuestiona la Vida
y el vientre del pensamiento;
las botellas chocan los cráneos
de la asamblea áerea.
El Verbo brota del sueño
como una flor o como un vaso
lleno de formas y de humos.
El vaso y el vientre chocan:
la vida es clara
en los cráneos vitrificados.
El areópago ardiente de los poetas
se congrega alrededor del tapete verde,
el vacío gira.
La vida pasa por el pensamiento
del poeta melenudo.
Julio Cortázar
Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda al reloj.
Piensa en esto: cuando te regalan un reloj te regalan un pequeño infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo de aire. No te dan solamente el reloj, que los cumplas muy felices y esperamos que te dure porque es de buena marca, suizo con áncora de rubíes; no te regalan solamente ese menudo picapedrero que te atarás a la muñeca y pasearás contigo. Te regalan —no lo saben, lo terrible es que no lo saben—, te regalan un nuevo pedazo frágil y precario de ti mismo, algo que es tuyo pero no es tu cuerpo, que hay que atar a tu cuerpo con su correa como un bracito desesperado colgándose de tu muñeca. Te regalan la necesidad de darle cuerda todos los días, la obligación de darle cuerda para que siga siendo un reloj; te regalan la obsesión de atender a la hora exacta en las vitrinas de las joyerías, en el anuncio por la radio, en el servicio telefónico. Te regalan el miedo de perderlo, de que te lo roben, de que se te caiga al suelo y se rompa. Te regalan su marca, y la seguridad de que es una marca mejor que las otras, te regalan la tendencia de comparar tu reloj con los demás relojes. No te regalan un reloj, tú eres el regalado, a ti te ofrecen para el cumpleaños del reloj.
Intrucciones para dar cuerda al reloj.
Allá al fondo está la muerte, pero no tenga miedo. Sujete el reloj con una mano, tome con dos
dedos la llave de la cuerda, remóntela suavemente. Ahora se abre otro plazo, los árboles
despliegan sus hojas, las barcas corren regatas, el tiempo como un abanico se va llenando de
sí mismo y de él brotan el aire, las brisas de la tierra, la sombra de una mujer, el perfume
del pan.
¿Qué más quiere, qué más quiere? Atelo pronto a su muñeca, déjelo latir en libertad, imítelo
anhelante. El miedo herrumbra las áncoras, cada cosa que pudo alcanzarse y fue olvidada va
corroyendo las venas del reloj, gangrenando la fría sangre de sus rubíes. Y allá en el fondo
está la muerte si no corremos y llegamos antes y comprendemos que ya no importa.