domingo, 31 de agosto de 2008
M.B.
ya nadie lo recorre
salvo el crepúsculo.
.
Sobre la rama seca
un cuervo se ha posado;
tarde de otoño.
.
A la intemperie,
se va infiltrando el viento
hasta mi alma.
.
Todo en calma.
Penetra en las rocas
la voz de la cigarra.
.
La primavera pasa;
lloran las aves
y son lágrimas los ojos de los peces.
.
Aroma del ciruelo,
de repente el sol sale.
Senda del monte.
.
Habiendo enfermado en el camino,
mis sueños merodean
por páramos yermos.
.
Hoy el rocío
borrará la divisa
de mi sombrero.
.
Se oscurece el mar.
Las voces de los patos
son vagamente blancas.
.
Bajo un mismo techo
durmieron las cortesanas,
la luna y el trébol.
.
Como recuerdo,
a una amapola
deja sus alas la mariposa
.
En verano,
las montañas y el jardín
se van adentrando
hasta mi habitación
.
miércoles, 27 de agosto de 2008
J.C.

Te amo por cejas, por cabello, te dabato en corredores blanquísimos donde se juegan las fuentes de la luz,
Te discuto a cada nombre, te arranco con delicadeza de cicatriz
voy poniéndote en el pelo cenizas de relámapago y cintas que dormían en la lluvia
No quiero que tengas una forma, que seas precisamente lo que viene detrás de tu mano,
porque el agua, considera el agua, y los leones cuando se disuelven en el azúcar de la fébula,
y los gestos, esa arquitectura de la nada,
encendiendo sus lámparas a mitad del encuentro.
Todo mañana es la pizarra donde te invento y te dibujo.
pronto a borrarte, así no eres, ni tampoco con ese pelo lacio, esa sonrisa.
Busco tu suma, el borde de la copa donde el vino es también la luna y el espejo,
busco esa línea que hace temblar a un hombre en una
galería de museo.
Además te quiero, y hace tiempo y frío.
martes, 19 de agosto de 2008
L.C.
--Pues sí señor, todos sus caballos y todos sus hombres --continuó impertérrito
--Me temo que ya no recuerdo exactamente de qué se trataba --señaló Alicia, muy
--En ese caso, cortemos por lo sano y a empezar de nuevo --zanjó la cuestión
Alicia hizo un pequeño cálculo y contestó: --Siete años y seis meses.
--¡Te equivocaste! --exclamó Humpty Dumpty, muy ufano. --¡Nunca me dijiste
--Pensé que lo que usted quería preguntarme era más bien «¿qué edad tiene?» --
--Si hubiera querido decir eso, lo habría dicho --replicó Humpty Dumpty.
Alicia no quiso ponerse a discutir de nuevo, de forma que no respondió nada.
--Siete años y seis meses... --repetía Humpty Dumpty, cavilando. --Una edad
--Nunca se me ha ocurrido pedir consejos sobre la manera de crecer --respondió
--¿Demasiado orgullosa, eh? --se interesó el otro.
Alicia se sintió aún más ofendida por esta insinuación.
--Quiero decir --replicó-- que una no puede evitar el ir haciéndose más vieja.
--Puede que una no pueda --le respondió Humpty Dumpty --pero dos, ya
--¡Qué hermoso cinturón tiene usted! --observo Alicia súbitamente (pues pensó
Evidentemente, Humpty Dumpty estaba enfadadísimo, aunque no dijo nada
--¡Es... el colmo... del fastidio --pudo decir al fin-- esto de que la gente no sepa
--Sé que revela una gran ignorancia por mi parte --confesó Alicia con un tono
--Es una corbata, niña; y bien bonita que es, como tu bien has dicho. Es un regalo
--¿De veras? --dijo Alicia encantada de ver que había escogido después de todo
un buen tema.
--Me la dieron --continuó diciendo Humpty Dumpty con mucha prosopopeya,
--¿Perdón? --le preguntó Alicia con un aire muy intrigado.
--No estoy ofendido --le aseguró Humpty Dumpty.
--Quiero decir que, ¿qué es un regalo de incumpleaños?
--Pues un regalo que se hace en un día que no es de cumpleaños, naturalmente.
Alicia se quedó considerando la idea un poco, pero al fin dijo: --Prefiero los
--¡No sabes lo que estás diciendo! --gritó Humpty Dumpty--. --A ver: ¿cuántos
días tiene el año?
--Trescientos sesenta y cinco --respondió Alicia.
--¿Y cuántos días de cumpleaños tienes tú?
--Uno.
--Bueno, pues si le restas uno a esos trescientos sesenta y cinco días, ¿cuántos te
--Trescientos seseta y cuatro, naturalmente.
Humpty Dumty no parecía estar muy convencido de este cálculo.
--Me
Alicia no pudo meos de sonreír mientras sacaba su cuaderno de notas y
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Humpty Dumpty tomó el cuaderno y lo consideró con atención.
--Sí, me parece
--Pero, ¡si lo está leyendo al revés! --interrumpió Alicia.
--¡Anda! Pues es verdad, ¿quién lo habría dicho? --admitió Humpty Dumpty
--Desde luego --asintió Alicia.
--¡Y sólo uno para regalos de cumpleaños! Ya ves. ¡Te has cubierto de gloria!
--No sé qué es lo que quiere decir con eso de la «gloria» --observó Alicia.
Humpty Dumpty sonrió despectivamente.
--Pues claro que no..., y no lo sabrás hasta que te lo diga yo. Quiere decir que
--Pero «gloria» no significa «un argumento que deja bien aplastado» --objetó
--Cuando yo uso una palabra --insistió Humpty Dumpty con un tono de voz más
--La cuestión --insistió Alicia-- es si se puede hacer que las palabras signifiquen
--La cuestión --zanjó Humpty Dumpty-- es saber quién es el que manda..., eso
Alicia se quedó demasiado desconcertada con todo esto para decir nada; de
--
--¿Querría decirme, por favor --rogó Alicia-- qué es lo que quiere decir eso?
--Ahora sí que estás hablando como una niña sensata --aprobó Humpty
--¡Pues no es poco significado para una sola palabra! --comentó pensativamente
--Cuando hago que una palabra trabaje tanto como esa-- explicó Humpty Dumpty--
--¡Oh! Dijo Alicia.
Estaba demasiado desconcertada con todo esto como para
--¡Ah, deberías de verla cuando vienen a mi alrededor los sábados por la
--A por su paga, ya sabes...
(Alicia no se atrevió a preguntarle con qué las pagaba, de forma que menos
--Parece usted muy ducho en esto de explicar lo que quieren decir las palabras,
--A ver, oigámoslo --aceptó Humpty Dumpty-- soy capaz de explicar el
Esta declaración parecía ciertamente prometedora, de forma que Alicia recitó la
Brillaba, brumeando negro, el sol,
agiliscosos giroscaban los limazones
banerrando por las váparas lejanas,
mimosos se fruncían los borogobios
mientras el momio rantas murgiflaba.
--Con eso basta para empezar-- interrumpió Humpty Dumpty-- que ya tenemos
--Eso me parece muy bien --aprobó Alicia-- pero, ¿y lo de los «agilisco- sos»?
--Bueno, verás: «agiliscosos» quiere decir «ágil y viscoso», ¿comprendes? es
--Ahora lo comprendo --asintió Alicia, pensativamente. --Y, ¿qué son los
- Bueno, los «limazones» son un poco como los tejones..., pero también se
--Han de ser unas criaturas de apariencia muy curiosa.
--Eso sí, desde luego --concedió Humpty Dumpty-- también hay que señalar que
--Y, ¿qué es «giroscar» y «banerrar»?--
--Pues «giroscar» es dar vueltas y más vueltas, como un giroscopio; y
--Y la «vápara», ¿será el césped que siempre hay alrededor de los relojes de sol,
--¡Pues claro que sí! Como sabes, se llama «vápara» porque el césped ese va
--Y va para cada lado un buen trecho también --añadió Alicia.
--Exactamente, así es. Bueno, los «borogobios» son una especie de pájaros
--¿Y el «momio» ese que «murgiflaba rantas»? --preguntó Alicia. --Me parece
--Bueno, las «rantas» son una especie de cerdo verde; pero respecto a los
--Y entonces, ¿qué quiere decir eso de que «murgiflaban»?
--Bueno, «murgiflar» es algo así como un aullar y un silbar a la vez, con una
--Lo he leído en un libro --explicó Alicia. --Pero también me han recitado otros
--¡Ah! En cuanto a poemas --dijo Humpty Dumpty, extendiendo elocuentemente
--¡Oh, no es necesario que se tate de eso! --se apresuró a atajarle Alicia, con la
--El poema que voy a recitar --continuó sin hacerle el menor caso-- fue escrito
A Alicia le pareció que en tal caso no tenía más remedio que escuchar; de forma
En invierno,
cuando los campos están blancos,
canto esta canción en tu loor.
--Sólo que no la canto --añadió a modo de explicación.
--Ya veo que no --dijo Alicia.
--Si tu puedes ver si la estoy cantando o no, tienes más vista que la mayor parte
En primavera,
cuando verdean los bosques,
me esforzaré por decirte lo que pienso
--Muchísimas gracias --dijo Alicia.
En verano,
cuando los días son largos
a lo mejor llegues a comprenderla.
cuando las frondas lucen castañas,
tomarás pluma y papel para anotarla.
--Lo haré si aún me acuerdo de la letra después de tanto tiempo --prometió
--No es necesario que hagas esos comentarios a cada cosa que digo --recriminó
Humpty Dumpty-- no tienen ningún sentido y me hacen perder el hilo...
Mándeles a los peces un recado:
«¡Qué lo hicieran ya de una vez!»
Los pequeños pescaditos de la mar
mandáronme una respuesta a la par.
Los pequeños pescaditos me decían:
«No podemos hacerlo, señor nuestro, porque...»
--Me temo que no estoy comprendiendo nada --interrumpió Alicia.
--Se hace más fácil más adelante --aseguró Humpty Dumpty.
Otra vez les mandé decir:
«¡Será mejor que obedezcáis!»
«Vaya genio tienes hoy», me contestaron.
Se lo dije una vez y se lo dije otra vez.
Pero nada, no atendían a ninguna de mis razones.
Tomé una caldera grande y nueva,
que era justo lo que necesitaba.
La llené de agua junto al pozo
Entonces, acercándoseme me dijo alguien:
«Ya están los pescaditos en la cama».
Le respondí con voz bien clara:
«¡Pues a despertarlos dicho sea!»
Se lo dije bien fuerte y alto;
fui y se lo grité al oído...
Humpty Dumpty elevó la voz hasta aullar casi y Alicia pensó con un ligero
Pero, ¡qué tipo más vano y engolado!
Me dijo: «¡No hace falta hablar tan alto!»
¡Si que era necio el badulaque!
«Iré a despertarlos» dijo «siempre que...»
Con un sacacorchos que tomé del estante
fui a despertarlos yo mismo al instante.
Cuando me encontré con la puerta atrancada,
tiré y empujé, a patadas y a puñadas.
Pero al ver que la puerta estaba cerrada
intenté luego probar la aldaba...
A esto siguió una larga pausa.
--¿Eso es todo? --preguntó tímidamente Alicia.
--Eso es todo --dijo Humpty Dumpty. --¡Adiós!
Esto le pareció a Alicia un tanto brusco; pero después de una indirecta tan
martes, 12 de agosto de 2008
P.E.

La aventura está colgada al cuello de su rival
El amor cuya mirada se encuentra o se extravía
Por las plazas desiertas o pobladas de los ojos.
Todas las aventuras del rostro humano
Gritos sin ecos señales de muerte tiempo sin memoria
Tantos hermosos rostros tan hermosos
Como las lágrimas que los esconden
Tantos ojos seguros de su noche
Como amantes que juntos mueren
Tantos besos bajo piedra y tanta agua sin nubes
Apariciones que surgen de eternas ausencias
Todo es digno de ser amado
Los tesoros son muros y su sombra es ciega
Y el amor está en el mundo para olvido del mundo.
sábado, 9 de agosto de 2008
J.C.

¿Quién los ve andar por la ciudad
si todos están ciegos?
Ellos se toman de la mano: algo habla
entre sus dedos, lenguas dulces
lamen la húmeda palma, corren por las falanges,
y arriba está la noche llena de ojos.
Son los amantes, su isla flota a la deriva
hacia muertes de césped, hacia puertos
que se abren entre sábanas.
Todo se desordena a través de ellos,
todo encuentra su cifra escamoteada;
pero ellos ni siquiera saben
que mientras ruedan en su amarga arena
hay una pausa en la obra de la nada,
el tigre es un jardín que juega.
Amanece en los carros de basura,
empiezan a salir los ciegos,
el ministerio abre sus puertas.
Los amantes rendidos se miran y se tocan
una vez más antes de oler el día.
Ya están vestidos, ya se van por la calle.
Y es sólo entonces
cuando están muertos, cuando están vestidos,
que la ciudad los recupera hipócrita
y les impone los deberes cotidianos.
viernes, 25 de julio de 2008
C.P.
Vendrá la muerte y tendrá tus ojos
esa muerte que nos acompaña
desde el alba a la noche, insomne,
sorda, como un viejo remordimiento
o un absurdo defecto. Tus ojos
serán una palabra inútil,
un grito callado, un silencio.
Así los ves cada mañana
cuando sola te inclinas
ante el espejo. Oh, cara esperanza,
aquel día sabremos, también,
que eres la vida y eres la nada.
Para todos tiene la muerte una mirada.
Vendrá la muerte y tendrá tus ojos.
Será como dejar un vicio,
como ver en el espejo
asomar un rostro muerto,
como escuchar un labio ya cerrado.
Mudos, descenderemos al abismo.
jueves, 24 de julio de 2008
T.S.E.
I
Somos los hombres huecos
Somos los hombres rellenos
Inclinados unos con otros
La cabeza llena de paja. ¡Pobres!
Nuestras voces secas, cuando
Susurramos juntos
Son suaves y sin sentido
Como el viento sobre el pasto seco
O pies de ratas sobre vidrio roto
En nuestra bodega seca
Figura sin forma, sombra sin color,
Fuerza paralizada, gesto sin movimiento;
Aquellos que han cruzado
con mirada decidida, al otro reino, al de la muerte
Recuérdennos, -si es que lo hacen- no como perdidas
Violentas almas, sino sólo
Como los hombres huecos
Los hombres rellenos.
II
Ojos que no me atrevo a encontrar en sueños
En el reino de los sueños de la muerte
Ellos no aparecen
Allí los ojos son
Luz solar sobre una columna rota
Allí, está un árbol balanceándose
Y las voces son
En el canto del viento
Más distantes y más solemnes
Que una estrella desvaneciéndose.
Déjame estar lejos
En el reino de los sueños de la muerte
Déjame también ponerme,
Tales disfraces deliberados
Saco de rata, piel de cuervo,
Cruces del campo santo
Que se comportan como el viento se comporta
No mas cerca -
Ni siquiera en ese encuentro final
En el reino de las penumbras
III
Esta es la tierra muerta
Esta es tierra de cactus
Aquí las imágenes de piedra
Se levantan, aquí reciben
la súplica de la mano de un hombre muerto
Bajo el parpadeo de una estrella que se desvanece.
Es así
En el otro reino de la muerte
Despertando sólo
A la hora en que estamos
Temblando con ternura
Labios que podrían besar
Componen rezos para piedras rotas.
IV
Los ojos no están aquí
Aquí no hay ojos
En este valle de estrellas que agonizan
En este valle hundido
Esta mandíbula rota de nuestros reinos perdidos
En estos últimos lugares de reunión
Vamos a tientas, juntos
Evitando hablar
Reunidos a la orilla del río caudaloso
Ciegos, a menos
Que los ojos reaparezcan
Como la estrella perpetua
Rosa multifoliada
Del reino crepuscular de la muerte
La única esperanza
De los hombres vacíos.
V
Aquí vamos alrededor del espinoso peral
Espinoso peral espinoso peral
Aquí vamos alrededor del espinoso peral
A las cinco en punto de la mañana .
Entre la idea
Y la realidad
Entre el movimiento
Y el acto
La sombra cae
Porque tuyo es el reino
Entre la concepción
Y la creación
Entre la emoción
Y la respuesta
La sombra cae
La vida es muy larga
Entre el deseo
Y el espasmo
Entre la potencia
Y la existencia
Entre la esencia
Y el descenso
La sombra cae
Pues ligero es el reino
Pues ligero es
La vida es
Pues ligera es la
Así es como el mundo acaba
Así es como el mundo acaba
Así es como el mundo acaba
No con una explosión sino con un gemido.
W.B.
Tigre, tigre, que te enciendes en luz
por los bosques de la noche
¿qué mano inmortal, qué ojo
pudo idear tu terrible simetría?
¿En qué profundidades distantes,
en qué cielos ardió el fuego de tus ojos?
¿Con qué alas osó elevarse?
¿Qué mano osó tomar ese fuego?
¿Y qué hombro, y qué arte
pudo tejer la nervadura de tu corazón?
Y al comenzar los latidos de tu corazón,
¿qué mano terrible? ¿Qué terribles pies?
¿Qué martillo? ¿Qué cadena?
¿En qué horno se templó tu cerebro?
¿En qué yunque?
¿Qué tremendas garras osaron
sus mortales terrores dominar?
Cuando las estrellas arrojaron sus lanzas
y bañaron los cielos con sus lágrimas
¿sonrió al ver su obra?
¿Quien hizo al cordero fue quien te hizo?
Tigre, tigre, que te enciendes en luz,
por los bosques de la noche
¿qué mano inmortal, qué ojo
osó idear tu terrible simetría?
miércoles, 16 de julio de 2008
Ch.B.
La Naturaleza es un templo en el que pilares vivientes
dejan a veces salir confusas palabras;
el hombre pasa por allí a través de bosques de símbolos
que lo observan con miradas familiares.
Como largos ecos que se confunden a lo lejos,
en una tenebrosa y profunda unidad,
vasta como la noche y como la claridad,
los perfumes, los colores y los sonidos se responden.
Hay perfumes frescos como carnes de niños,
dulces como los oboes, verdes como las praderas,
-y otros, corrompidos, ricos y triunfantes,
con la expansión de las cosas infinitas,
como el ámbar, el almizcle, el benjuí y el incienso,
que cantan los transportes de la mente y los sentidos.
J.L.B.
Doomsday
Será cuando la trompeta resuene, como escribe San Juan el Teólogo.
Ha sido en 1757, según el testimonio de Swedenborg.
Fue en Israel cuando la loba clavó en la cruz la carne de Cristo, pero no sólo entonces.
Ocurre en cada pulsación de tu sangre.
No hay un instante que no pueda ser el cráter del Infierno.
No hay un instante que no pueda ser el agua del Paraíso.
No hay un instante que no esté cargado como un arma.
En cada instante puedes ser Caín o Siddharta, la máscara o el rostro.
En cada instante puede revelarte su amor Helena de Troya.
En cada instante el gallo puede haber cantado tres veces.
En cada instante la clepsidra deja caer la última gota.
viernes, 11 de julio de 2008
O.G.
lunes, 7 de julio de 2008
P.A.
Nunca te vi llorar.
Ahora que lo pienso,
nunca.
¿Qué muralla levantaste
al final de la playa
para que la marea
jamás lleguea la vereda?
¿Qué pobre ventaja conseguís
andando por la vida
torciéndoles los brazos a las hadas,
apretando los dientes?
Es cierto,
alguna vez dijiste
que un día
decidiste
que ya nada te haría daño.
Le deseo a tu engaño
que
se
d
e
s
m
o
r
o
n
e
.
Pronto.
viernes, 27 de junio de 2008
E.S.

No, los pasadizos seguían paralelos como antes, aunque ahora el muro que los separaba fuera como un muro de vidrio y yo pudiese verla a María como una figura silenciosa e intocable... No, ni siquiera ese muro era siempre asi: a veces volvía a ser de piedra negra y entonces yo no sabía qué pasaba del otro lado, qué era de ella en esos intervalos anónimos, qué extraños sucesos ancontecían; y hasta pensaba que en esos momentos su rostro cambiaba y que una mueca de burla lo deformaba y que quizá había risas cruzadas con otro y que toda la historia de los pasadizos era una ridícula invención o creencia mía y que en todo caso había un sólo túnel, oscuro y solitario: el mío, el túnel en que había transcurrido mi infancia, mi juventud, toda mi vida. Y en uno de esos trozos transparentes del muro de piedra yo había visto a esta muchacha y había creído ingenuamente que venía por otro túnel paralelo al mío, cuando en realidad pertenecía al ancho mundo, al mundo sin límites de los que no viven en túneles; y quizás se había acercado por curiosidad a una de mis extrañas ventanas y había entrevisto el espectáculo de mi insalvable soledad, o le había intrigado el lenguaje mudo, la clave de mi cuadro. Y entonces, mientras yo avanzaba siempre por mi pasadizo, ella vivía afuera su vida normal, la vida agitada que llevan esas gentes que viven afuera, esa vida curiosa y absurda en que hay bailes y fiestas y alegría y frivolidad. Y a veces sucedía que cuando yo pasaba frente a una de mis ventanas ella estaba esperándome muda y ansiosa (¿por qué esperándome? ¿y por qué muda y ansiosa?); pero a veces sucedía que ella no llegaba a tiempo o se olvidaba de este pobre ser encajonado, y entonces yo, con la cara apretada contra el muro de vidrio, la veía a los lejos sonreír o bailar despreocupadamente o, lo que era peor, no la veía en absoluto y la imaginaba en lugares inaccesibles o torpes. Y entonces sentía que mi destino era infinitamente más solitario de lo que había imaginado.
viernes, 20 de junio de 2008
J.C.
Para leer a dos voces,
imposiblemente por supuesto.
—No es tanto que ya no sepamos
—Sí, sobre todo eso, no encontrar
—Pero acaso lo hemos buscado desde el día en que
—Tal vez no, y sin embargo cada mañana que
—Puro engaño, llega el momento en que uno se mira como
—Quién sabe, yo todavía
—No basta con quererlo, si además no hay la prueba de
—Ves, de nada vale esa seguridad que
—Cierto, ahora cada uno exige una evidencia frente a
—Como si besarse fuera firmar un descargo, como si mirarse
—Debajo de la ropa ya no espera esa piel que
—No es lo peor, pienso a veces; hay lo otro, las palabras cuando
—O el silencio, que entonces valía como
—Sabíamos abrir la ventana apenas
—Y esa manera de dar vuelta la almohada buscando
—Como un lenguaje de perfumes húmedos que
—Gritabas y gritabas mientras yo
—Caíamos en una misma enceguecida avalancha hasta
—Yo esperaba escuchar eso que siempre
—Y jugar a dormirse entre nudos de sábanas y a veces
—Si habremos insultado entre caricias el despertador que
—Pero era dulce levantarse y competir por la
—Y el primero, empapado, dueño de la toalla seca
—El café y las tostadas, la lista de compras, y eso
—Todo sigue lo mismo, se diría que
—Exactamente igual, sólo que en vez
—Como querer contar un sueño que después de
—Pasar el lápiz sobre una silueta, repetir de memoria algo tan
—Sabiendo al mismo tiempo cómo
—Oh sí, pero esperando casi un encuentro con
—Un poco más de mermelada y de
—Gracias, no tengo
.

El vino entibia sueños al jadear,
Desde su boca de verdeado dulzor,
Y entre los libros de la buena memoria
Se queda oyendo como un ciego frente al mar.
Mi voz le llegará, mi boca también,
Tal vez le confiaré
Que eras el vestigio del futuro.
Rojas y verdes, luces del amor ,
Prestidigitan bajo un halo de rouge.
¿Qué sombra extraña te ocultó de mi guiño,
Que nunca oiste la hojarasca crepitar?
Pues yo te escribiré, yo te haré llorar
Mi boca besará toda la ternura de tu acuario.
Mas si la luna enrojeciera en sed
O las impalas recorrieran tu estante
No volverías a truinfar en tu alma
Yo se que harías largos viajes por llegar.
Parado estoy aquí, esperándote,
Todo se oscureció,
Ya no se si el mar descansará
Habrá crecido un tallo en el nogal
La luz habrá tiznado gente sin fe,
Esta botella se ha vaciado también,
Que ni los sueños se cobijan del rumor, oh
No es necesario más,
Ya se ven los tigres en la lluvia
jueves, 19 de junio de 2008
J.G.

Trajín, ciudad y tarde Buenos Aires.
Aire de plaza, ruido de tranvía.
(Galopando una música de tango
gira el caballo de la calesita.)
vende manzanas en aquella esquina.
Corazón de madera, ojo pintado,
gira el caballo de la calesita.)
compra cianuro, escribe y se suicida.
(Ha muerto un ruiseñor. Pero no llores,
gira, el caballo de la calesita.)
Una tarde (el crepúsculo lentamente caía)
se me lleno la boca de soledad. Despierta
era mi sangre. Mi alma ni un pájaro tenía.
que el crepúsculo toca para verme más triste.
Mi alma se vestía de lentos adoquines.
(Mi alma en la soledad no se desviste.)
Iba sin una luz, sin una rosa.
Sin un poco de mar, sin un amigo.
Me vio el caballo de la calesita,
me vio tan solo que se fue conmigo.
transitado de niños y de risas,
prisionero en mi música voltea,
gira el caballo de la calesita.
Su corazón es de madera limpia.)